En un asombroso giro de los acontecimientos, los ciudadanos de San Luis, un pequeño municipio de 6ª categoría en Colombia, han alzado su voz para denunciar un gasto desmesurado en la contratación de abogados por parte del actual alcalde, Guillermo Ignacio Alvira Acosta.
La magnitud de esta contratación ha dejado perplejos a los residentes locales, considerando que el municipio cuenta con una planta de personal que no supera los 20 empleados. En una muestra sorprendente de derroche financiero, el alcalde ha empleado a 20 abogados, un número que supera ampliamente la necesidad y el tamaño del municipio. Pero lo que más preocupa a los ciudadanos es la aparente relación entre esta contratación masiva y el intento de complacer a ciertos individuos influyentes, como el controvertido “Chicha” Gonzalo García y José Helver Hernández, conocido como “Choco”.
La lista de abogados contratados es reveladora y plantea serias preguntas sobre la necesidad y justificación de estos contratos. Entre ellos se encuentran nombres como Abel Rubiano, quien ha obtenido $35 millones por siete meses de trabajo; Ana Judith Guzmán Cortez, contratada por $19 millones durante el mismo período; y Carlos Mauricio Varón Guzmán, con un contrato por $26.8 millones. Los valores mensuales varían ampliamente, oscilando entre $1.5 y $6 millones.
Incluso, varios ciudadanos de esa municipalidad han evidenciado que asesoras jurídicas de esa alcaldía abiertamente ejercen proselitismo digital en el marco de las elecciones regionales a favor del sobrino del mandatario local Guillermo Alvira. Es decir, Ricardo Andrés Acosta del Partido Conservador, más conocido como Chichita hijo del polémico exalcalde de San Luis, Ricardo Acosta Zárrate.
A medida que la comunidad local sigue atónita por este gasto exorbitante, surge una pregunta persistente: ¿por qué San Luis, un municipio de 6ª categoría, está gastando como si fuera de primera? Las respuestas podrían revelar un problema más profundo de gestión financiera y prioridades desequilibradas en el liderazgo local.