Cuatro años después del estallido social que inició el 28 de abril de 2021, Colombia recuerda uno de los movimientos ciudadanos más significativos de su historia reciente. La jornada, que se extendió por más de dos meses, dejó huellas profundas en la memoria colectiva, marcadas por exigencias de cambio, denuncias de violencia estatal y un llamado persistente a no olvidar.
El 28 de abril de 2021, Colombia vivió un punto de quiebre social que quedó grabado en la historia contemporánea del país. Lo que comenzó como una protesta contra una reforma tributaria impulsada por el gobierno de Iván Duque, se transformó rápidamente en un movimiento nacional que congregó a millones de personas en las calles de diferentes ciudades y municipios.
La magnitud del estallido social reflejó el acumulado descontento de amplios sectores de la población que reclamaban no solo mejores condiciones económicas, sino también reformas en educación, salud, empleo y seguridad. Durante más de 60 días, las manifestaciones se sostuvieron pese a las adversidades, consolidando un despertar colectivo que trasciende hasta hoy.
El costo humano de la protesta fue elevado. Organizaciones como Temblores ONG, Indepaz y Paiis reportaron al menos 83 homicidios relacionados con las movilizaciones, de los cuales 44 habrían sido perpetrados por agentes de la fuerza pública. A ello se sumaron casos de violencia física, violencia sexual y lesiones oculares, denunciados a nivel nacional e internacional.
La respuesta de la comunidad internacional no se hizo esperar. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó una visita a Colombia en junio de 2021 y, en su informe, denunció graves violaciones a los derechos humanos durante el desarrollo de las protestas, incluyendo el uso desproporcionado de la fuerza contra la ciudadanía movilizada.
Aunque las movilizaciones enfrentaron represión, también lograron conquistas sociales importantes. Entre ellas, el retiro de la reforma tributaria propuesta y la implementación de medidas como la gratuidad en la matrícula de universidades públicas para estudiantes de estratos 1, 2 y 3, representaron avances en las demandas del movimiento.
Hoy, a cuatro años de esa gesta social, organizaciones defensoras de derechos humanos, colectivos juveniles y movimientos sociales insisten en la necesidad de mantener viva la memoria de las víctimas y de los logros alcanzados. Marchas, actos culturales y foros se han realizado a lo largo del país para reiterar que olvidar sería traicionar el sacrificio hecho en las calles.
Desde diferentes sectores, como el Centro Nacional de Memoria Histórica, se impulsa la propuesta de declarar el 28 de abril como el “Día Nacional de la Resistencia Popular”, una fecha destinada a recordar y reconocer la valentía de quienes lucharon por un país más justo. Este esfuerzo busca anclar en la conciencia nacional los aprendizajes de aquel histórico despertar.
Hoy más que nunca, hacer memoria es un acto de dignidad y compromiso. El legado del Paro Nacional de 2021 sigue presente en las nuevas generaciones que, con su voz y acción, continúan soñando y trabajando por una Colombia donde los derechos humanos sean respetados y las demandas sociales no sean ignoradas.