Ahora que la fuerza de los hechos y la verdad contundentes de nuevo obligó a la Alcaldía de Ibagué a reconocer que no era ni exageración ni un problema de percepción ciudadana o de seguridad real vs inseguridad fantasiosa, porque las “cifras” y estadísticas mostraban que todo marchaba divinamente en la ciudad como dijo un despistado secretario por ahí, se requieren medidas de choque.
Ya se tiene claro que las cámaras de seguridad no funcionan, o sea la ciudad estaba ciega desde su centro operativo visual, que se requieren recursos para movilidad y logística para que los policías no deban despinchar o desvarar sus motos con recursos de sus bolsillos y que se anuncian inversiones para superar el tema, pues sean un poquito creativos para persuadir a los delincuentes y aunque sea monten otro show de autoridad para tratar de recuperar la sensación seguridad en algunas zonas.
Eso, mientras se arreglan las 200 cámaras, llegan los CAIs móviles, se dota de logística a la Policía y se hacen reales, verdaderos y concretos los supuestos 10 mil millones de pesos que se vieron obligados a prometer por el desmadre de la inseguridad; pues mientras eso se concreta lo más lógico es echar mano de lo que se tiene.
Recuerdan que por la indisciplina social de algunos ibaguereños hace apenas dos meses asistimos al amedrentamiento público, enviaron por todas partes mensajes, montaron el parámetro mediático de vigías en barrios, movimientos de patrullas y camiones por la principales avenidas, puestos móviles en cruces viales, centros de mando unificados con presencia de autoridades, del perro y el gato junto a los contratistas con chaquetas y camisas nuevas con grandes logos y escudos de la ciudad, para de un tajo “recuperar” bajo la bota del Ejército el orden y no permitir que ciudadanos irresponsables esparcieran el Covid de la muerte, pues bien, ahora que ya tienen la primera experiencia de ese espectáculo escenográfico, repítanlo. Se justifica totalmente, pero para que envíen un mensaje, ya no a los despistados y rumberos con el toque de queda, si no a quienes están esparciendo el virus de la delincuencia y la in seguridad, que sin duda lo merecen más que los primeros y son más peligrosos.
- Puede leer: ¿Secretismo frente a actividad del Nevado del Ruiz?
Vimos hasta a los desprestigiados guardas azules y los escobitas como parte del montón en las caravanas, al anunciar con voz altisonante y mano arriba que el Ejército patrullaría las calles y el orden volvería a la ciudad. Pues bien, si para una cosa tan manejable hicieron tan exagerado número, para este tema de la inseguridad que afecta la vida, bienes y posibilidades de los ibaguereños, les está cogiendo la tarde para la foto.
La ciudad necesita reactivarse económica y socialmente no hay duda y todos poner de nuestra parte para ello, pero se requiere la garantía, aunque sea mínimamente, de la tranquilidad para comerciantes y transeúntes de no ser atracados o robados. Y si como disuador el Ejército sirve, pues úsenlo. Porque si esperamos a que se surtan los largos, tediosos y lentos procesos administrativos recientemente anunciados, tocará es pedir permiso a la delincuencia (no a la de cuello blanco) para salir a cualquier actividad en la capital tolimense. Fin.