Por : Camilo Andrés Guzmán
De acuerdo a un tweet que lanzó el reconocido periodista y Cronista, Félix de Bedout ¿ que podría ser un caudillo?
Analizando y pensando en nuestra ciudad, he visto un clima de completa defensa hacia errores de esta misma administración que ha rayado con la arrogancia, el populismo y la falta de credibilidad en algunos temas que ha tenido poco a manejar el Alcalde Municipal de Ibagué, el médico cardiólogo Guillermo Alfonso Jaramillo.
Lo más paradójico del asunto, es que el mismo Alcalde argumenta ser tolerante a la crítica, pero en su accionar hasta con los mismo medios se ha tornado en muchas ocasiones de una manera, hostil, arrogante y muchas veces hasta odiosa, lastimosamente generalizando a la prensa y revolviéndolos en un mismo costal, cuando muchos nos hemos dado cuenta de la terrible persecución de varios grupos políticos de extrema derecha que han financiado a estos medios para sus oscuros propósitos.
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Esto no quiere decir que el alcalde sea un mal alcalde, nadie puede ocultar de que él mismo ha hecho un trabajo social que se necesitaba hace mucho para generar y reconstruir un tejido social que hace se encontraba perdido en la ciudad, algo que de alguna u otra manera era necesario, para reconstruir la confianza de los gobiernos locales hacia la ciudadanía Ibaguereña, pero el alcalde debe admitir tanto como su administración que han cometido bastante errores que son injustificables, errores que le han pagado caro la credibilidad de esta administración, adjudicar proyectos con funcionarios de dudosa reputación, nombramientos a dedo de varios secretarios y contratistas con prontuario negro en la política tolimense, escándalos sexuales, poca investigación a la hora de ejecutar proyectos y programas (caso impuesto predial) le han dado varios quebraderos de cabeza al burgomaestre que abiertamente se ha declarado petrista.
El problema no está en los errores, si bien en el trasegar del tiempo la mayoría de administraciones han tenido errores (unos más nefastos que otros), el problema que ha sucedido es que la ciudadanía se cansó de creer en promesas populistas y a veces sin sentido, cabe resaltar que a su vez esto termina siendo acompañado con un manga de defensores que muchas veces ni siquiera conocen las políticas públicas, y hacen defensa y arengas completamente desaforadas y sin sentido, defendiendo a esta administración y a su administrador como “el mejor alcalde que ha tenido Ibagué durante más de 30 años” cuando la misma ciudadanía no se traga ese hueso, y sabe que no ha sido así.
La falta de oportunidades, una de las tasas de desempleo más grandes del país, el incremento no gradual de un impuesto predial, el abandono a los diferentes sectores culturales, los escándalos del alumbrado público entre otros se han opacado las intenciones buenas de esta administración municipal, es aquí donde surge la pregunta ¿es malo reconocer los errores? ¿de cuando acá se puede tapar el sol con un dedo? es cierto que se sufren varios quebraderos de cabeza, pero el deber de la prensa con todo respeto de los contratistas, funcionarios y demás personas adeptas a esta administración es claro: ¡INFORMAR!, la prensa ni el gremio de periodistas no es la culpable de que esta administración cometa errores, en muchas ocasiones he sido crítico de varias administraciones, cuando era un estudiante de 6° semestre critique fuertemente al alcalde Jesús María Botero, en donde se jactó de decir que su administración había sacado a Ibagué como la ciudad con más desempleo en el país y había reducido de manera sustancial el desempleo en la ciudad, cuando inicialmente veíamos gente en las calles haciendo numerosas filas en las cajas de compensaciones, con sus carpetas blancas y con la esperanza de entregar su hoja de vida a ver si por fin lo llamaban para trabajar.
Inclusive, en la misma administración de Luis H. Rodríguez, el alcalde tuvo la idea de traer para esta ciudad la famosa “máquina tapahuecos”, esa misma que le trajo dolores y quebraderos de cabeza a la administración del alcalde Gustavo Petro en la Bogotá Humana, y muchos (periodistas y ciudadanos) nos opusimos rotundamente a la idea, y aun así dicha administración aceptó y acogió de manera respetuosa las críticas hechas por la prensa, miren el problema no está en recibir o no las críticas, el problema es llamar enemigos y desestabilizadores de la administración a quienes nos oponemos a sus pendejadas, mi sugerencia respetuosa es que el alcalde tenga una reconciliación total con la prensa tolimense, hay muchos (y me incluyo) que aún estamos muy sentidos con la etiqueta que nos puso a nivel nacional, de generalizar irresponsable mente a todos, teniendo nexos con el socio y con los negocios que hacía su hermano con alias el chatarrero, por más alcalde que sea necesita una dosis de humildad, recuerde muy bien que todas las administraciones pasan, y al final muchos están por intereses y no por crear un verdadero crecimiento. A sus administradores contratistas y demás funcionarios, les sugiero que dejen de crear el clima y la imagen de un político intocable y caudillista, eso no le trae nada bueno a una política que verdaderamente se quiere mostrar como progresista, pues decir fervorosamente criticar a uribismo y caer en sus mismas prácticas es como juzgar la paja en el ojo ajeno.