Municipios como Cunday, Villarrica e Icononzo registran casos de fiebre amarilla con una mortalidad del 40 %. Investigadores de la Universidad Nacional analizan los nuevos mecanismos de transmisión y los retos en vacunación.
El resurgimiento de la fiebre amarilla en el Tolima ha encendido las alarmas en el sector salud. Municipios como Cunday, Villarrica e Icononzo han reportado casos recientes de la enfermedad, con una tasa de mortalidad del 40 %. La situación es inusual, ya que este virus ha sido históricamente asociado a zonas selváticas, lo que ha generado interrogantes sobre su propagación en áreas montañosas.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por la picadura de mosquitos de los géneros Aedes y Haemagogus. Sus síntomas incluyen fiebre alta, ictericia y hemorragias internas. Aunque no tiene un tratamiento específico, la vacunación es la principal estrategia de prevención y control. Sin embargo, en Colombia la cobertura de inmunización sigue siendo insuficiente para evitar nuevos brotes.
Expertos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) han iniciado investigaciones para determinar si el brote en Tolima se debe a la migración del virus desde zonas selváticas o a una posible evolución en sus mecanismos de transmisión. “No sabemos si el contagio en estas áreas montañosas es producto de la transmisión directa por mosquitos locales o si fue importado desde otras regiones”, explicó el infectólogo Jorge Alberto Cortés.
Colombia ha mantenido un control relativo de la fiebre amarilla, registrando un promedio de 10 casos anuales en departamentos como Amazonas, Cesar, Guaviare y Guainía. No obstante, la presencia del virus en el Tolima plantea un nuevo desafío para las autoridades sanitarias, ya que su propagación en zonas urbanas podría modificar la dinámica de transmisión de la enfermedad.
Uno de los principales retos es la cobertura de vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla, que se administra una sola vez en la vida, tiene una efectividad alta, pero en Colombia la tasa de inmunización es del 86 %, aún lejos del 95 % recomendado en zonas de riesgo. “Es urgente priorizar la vacunación en estas áreas y reforzar la vigilancia epidemiológica”, advirtió el doctor Cortés.
Además del déficit en inmunización, los expertos advierten que la fiebre amarilla comparte síntomas con otras enfermedades endémicas como el dengue y la malaria, lo que podría dificultar su diagnóstico oportuno. La capacitación del personal médico en los municipios afectados es clave para evitar muertes por diagnósticos tardíos o erróneas.
El riesgo de expansión del virus también preocupa a los especialistas. La migración de pobladores entre zonas selváticas y urbanas puede facilitar la dispersión del virus a nuevas regiones. “Los colonos que trabajan en las selvas y regresan a sus comunidades podrían convertirse en portadores del virus y facilitar su propagación”, explicó el infectólogo.
Ante la alerta sanitaria, las autoridades del Tolima han intensificado las campañas de vacunación y control epidemiológico en los municipios afectados. Sin embargo, los investigadores insisten en que la combinación de inmunización, control de vectores y educación comunitaria será clave para evitar una crisis de salud pública en el departamento.