El comercio en América del Norte enfrenta una nueva amenaza con la posible imposición de aranceles por parte del expresidente Donald Trump, quien ha anunciado su intención de aplicar un gravamen del 25 % a las importaciones provenientes de Canadá y México. Expertos advierten que esta medida traería consecuencias negativas para las tres economías, desmantelando cadenas de suministro y afectando sectores estratégicos.
Aunque el primer día de su mandato no incluyó esta medida en sus órdenes ejecutivas, Trump reiteró su intención de implementarla a partir del 1 de febrero. Analistas consideran que esta decisión podría ser una estrategia de negociación para obtener concesiones de sus socios comerciales, pero el riesgo de que se haga efectiva preocupa a empresarios y gobiernos.
Los efectos inmediatos de los aranceles incluirían el encarecimiento de productos esenciales en EE. UU., la posible pérdida de empleos y una desaceleración económica. Según el Instituto Peterson de Economía Internacional, la economía estadounidense podría perder hasta 200 mil millones de dólares en su PIB durante un segundo gobierno de Trump. Asimismo, sectores como el automotriz y el agrícola serían los más perjudicados.
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Canadá, que exporta el 80 % de su petróleo a EE. UU. y mantiene una relación comercial de 800 mil millones de dólares anuales con su vecino, se vería gravemente afectado. Se estima que el país podría perder entre el 2 % y el 2,6 % de su producción económica, poniendo en riesgo más de un millón de empleos, especialmente en la industria automotriz de Ontario.
México también enfrenta un panorama sombrío, ya que el 80 % de sus exportaciones están dirigidas a EE. UU. La imposición de aranceles podría desencadenar un proceso de desindustrialización, con una reducción del PIB de al menos dos puntos porcentuales y la pérdida de miles de empleos. Además, sectores como la agricultura y la manufactura tecnológica sufrirían un impacto severo.
Ante este escenario, Canadá y México podrían responder con medidas arancelarias recíprocas, afectando productos estadounidenses como el jugo de naranja, el whisky y la mantequilla de maní. Esto provocaría una guerra comercial que impactaría aún más la economía regional.
Los consumidores estadounidenses también serían perjudicados, ya que productos básicos como automóviles, acero, petróleo, aguacates y cerveza aumentarían de precio, impulsando la inflación y afectando el poder adquisitivo de la población.
Mientras tanto, los gobiernos de Canadá y México analizan estrategias para mitigar los efectos de los aranceles. Canadá evalúa subsidios para empresas y trabajadores afectados, mientras que México podría beneficiarse en el sector turístico si el peso se deprecia, aunque esto no compensaría las pérdidas en otras áreas.
A medida que se acerca la fecha límite para la implementación de los aranceles, la incertidumbre crece en el panorama económico norteamericano. Empresarios, legisladores y gobiernos esperan que la diplomacia comercial logre frenar una medida que podría desencadenar una crisis en la región.