La célula legislativa sesionó de forma extraordinaria tras el cierre del periodo ordinario para archivar denuncias ciudadanas que no comprometen la investigación principal de la campaña 2022.
En una sesión inesperada tras el cierre de las labores ordinarias del Congreso, la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes determinó el archivo de diecisiete procesos investigativos contra el presidente Gustavo Petro. El encuentro, que culminó a las diez de la mañana, se centró en depurar expedientes basados en denuncias ciudadanas que carecían de fundamentos sólidos para avanzar hacia etapas formales. Esta decisión ocurre en un momento de alta tensión política, justo cuando el legislativo entra en un receso que se extenderá hasta mediados de marzo del próximo año. A pesar del volumen de casos cerrados, la comisión aclaró que estas acciones administrativas no interfieren con las investigaciones de mayor calado que cursan contra el mandatario nacional.
La celeridad del archivo ha generado diversas reacciones entre los sectores políticos, quienes vigilan de cerca cada movimiento de esta célula legislativa. El balance de la jornada refleja un intento por descongestionar el despacho de expedientes acumulados que no presentaban méritos probatorios suficientes para una acusación. No obstante, el ambiente en el Capitolio permanece expectante ante el futuro de los procesos que aún continúan vigentes bajo la lupa de los representantes. La sesión marcó así el último movimiento relevante de esta célula judicial antes del prolongado descanso legislativo que precede a las contiendas electorales.
Es fundamental precisar que los procesos archivados durante esta jornada no tienen relación alguna con las investigaciones por presunta financiación irregular de la campaña presidencial del año 2022. Fuentes internas de la comisión confirmaron que el núcleo de las denuncias sobre los topos electorales y aportes no reportados sigue bajo estricta reserva y en etapa de recolección de pruebas técnicas. De igual manera, se enfatizó que dentro de este paquete de archivos no se incluyeron las solicitudes ciudadanas que exigen exámenes toxicológicos al jefe de Estado. Estos temas, considerados de alta sensibilidad política y mediática, permanecen en el despacho de los investigadores asignados a la espera de definiciones jurídicas de fondo.
El archivo masivo de los diecisiete casos se limitó a querellas menores que no guardan nexo con la integridad del proceso democrático o la salud pública. Esta distinción es clave para entender que el panorama judicial del presidente no ha quedado totalmente despejado tras la sesión extraordinaria de este miércoles. La opinión pública ha puesto especial atención en estas aclaraciones, dado que existía confusión sobre el alcance real de las decisiones tomadas por los parlamentarios. La Comisión busca así blindar la legitimidad de sus actuaciones frente a posibles acusaciones de sesgo o favorecimiento político en sus fallos.
La pluralidad de los investigadores a cargo de los expedientes archivados demuestra un ejercicio que involucró a diversos sectores de la política tradicional y alternativa colombiana. Entre los representantes que lideraban estos casos se encuentran figuras del partido Cambio Radical, el Partido Conservador, el Partido Liberal y el oficialista Pacto Histórico. Nombres como Carlos Cuenca, Daniel Restrepo, Juan Carlos Wills y Olga Lucía Velásquez figuran en la lista de congresistas que entregaron sus ponencias de archivo. También participaron activamente en estas decisiones legisladores de los partidos La U, Alianza Verde y La Fuerza de la Paz, representados por Jorge Eliécer Tamayo y Wadith Manzur. Esta conformación multipartidista sugiere, en principio, un consenso técnico sobre la inviabilidad de las denuncias ciudadanas que fueron descartadas durante la mañana de hoy.
Sin embargo, la presencia de investigadores oficialistas y de oposición siempre genera un debate sobre la imparcialidad en la administración de justicia dentro del Congreso. La diversidad de orígenes políticos en la Comisión es el mecanismo constitucional diseñado para garantizar que ninguna fuerza única controle los juicios políticos. La culminación de estos procesos administrativos permite a los representantes concentrarse en los expedientes de mayor relevancia jurídica que todavía esperan una resolución final.
Un punto particular de la jornada involucró a la representante Gloria Arizabaleta, quien además de ver archivado un proceso contra el presidente, debía liderar otros trámites judiciales. Arizabaleta tenía la responsabilidad de asumir la ampliación de la denuncia interpuesta por el ministro del Interior, Armando Benedetti, contra la magistrada Cristina Lombana. Dicha acción legal se fundamenta en presuntas irregularidades cometidas por la togada en el ejercicio de sus funciones, un caso que añade tensión a la relación entre poderes. La magistrada Lombana ha sido una figura central en diversos procesos de alto impacto, lo que convierte esta denuncia en un flanco adicional de conflicto institucional. No obstante, la sesión se levantó antes de profundizar en este asunto particular, dejando pendientes las diligencias relacionadas con la queja del alto funcionario del Gobierno.
La interconexión de estos casos resalta la complejidad del trabajo de la Comisión de Acusaciones, que actúa como el único juez natural de los aforados constitucionales. El cruce de denuncias entre el Ejecutivo y el Poder Judicial es un fenómeno que la Comisión deberá gestionar con extrema cautela para evitar crisis de gobernabilidad. El papel de Arizabaleta será determinante en las próximas sesiones para definir si existen méritos para investigar formalmente a la magistrada en cuestión.
El cierre de estas investigaciones coincide con el final del año legislativo, un periodo marcado por intensos debates y una agenda de reformas que ha tenido tropiezos significativos. El Congreso de la República no retomará sus funciones plenas hasta el próximo 16 de marzo de 2026, fecha para la cual ya habrá nuevos congresistas electos. Este largo receso implica que cualquier avance significativo en los procesos restantes contra el presidente Petro quedará congelado durante los próximos tres meses. Los investigadores tendrán este tiempo para analizar las pruebas existentes, pero no podrán realizar actuaciones públicas ni sesiones plenarias para tomar decisiones definitivas.
Este vacío legislativo genera una pausa en la presión política que rodea al Palacio de Nariño, aunque la oposición asegura que mantendrá la vigilancia externa. El balance del último semestre del año deja una sensación de polarización profunda que se trasladará ahora a las plazas públicas durante la campaña electoral. La Comisión de Acusaciones, a menudo criticada por su lentitud, ha intentado enviar un mensaje de operatividad con este archivo masivo de expedientes de menor importancia. El país entra ahora en una etapa de quietud institucional en el Capitolio, pero de intensa actividad política en las regiones de cara al futuro.
En conclusión, el archivo de los 17 procesos representa un respiro administrativo para la Presidencia de la República, pero no el fin de sus desafíos judiciales en el Congreso. La Comisión ha dejado claro que los temas de mayor sensibilidad, como la financiación de la campaña y los exámenes médicos, siguen bajo trámite activo. La ciudadanía permanece dividida sobre la efectividad de este órgano legislativo para juzgar a quienes ostentan el máximo poder en la nación colombiana. Mientras el Gobierno celebra la depuración de denuncias que considera infundadas, la oposición reclama que se agilicen los procesos que tocan el núcleo de la legitimidad presidencial. El próximo año será decisivo para conocer si alguno de los expedientes restantes logra cruzar la barrera de la Comisión hacia la plenaria de la Cámara.
Por ahora, el silencio en los pasillos del Congreso contrasta con la intensidad de los expedientes que aguardan en los escritorios de los diez investigadores mencionados. La justicia política en Colombia sigue siendo un terreno de arenas movedizas donde los tiempos legales a menudo se cruzan con los intereses del poder. La transparencia en el manejo de las pruebas será el único camino para que el veredicto final de esta Comisión sea aceptado por la sociedad. La democracia colombiana observa con lupa cada paso de este proceso que define la estabilidad institucional del Estado.









