Un derrumbe masivo causado por la ola invernal en Rovira, Tolima, ha dejado incomunicadas más de 30 veredas, afectando gravemente la movilidad y la producción agrícola. Los líderes de la comunidad piden ayuda urgente a las autoridades para superar la emergencia.
La emergencia causada por las intensas lluvias en el Tolima ha golpeado con fuerza al municipio de Rovira. Un gran derrumbe en la zona rural ha dejado incomunicadas más de 30 veredas, entre ellas algunas de las más productivas como La Luisa, La Divisa, Buenos Aires y La Mazorca. El colapso de los caminos, fundamentales para el transporte de personas y mercancías, ha paralizado la movilidad, afectando tanto la vida cotidiana como la respuesta a situaciones de emergencia.
El impacto de este desastre no solo afecta la movilidad, sino que también pone en grave peligro la producción agrícola, pilar fundamental de la economía local. Los campesinos no pueden sacar sus cultivos debido al bloqueo de las vías. Productos como café, plátano, yuca y otros alimentos perecederos están en riesgo de perderse. La situación amenaza con desencadenar una crisis alimentaria y económica para las familias de la región, que ya reportan pérdidas millonarias.
Ante esta grave situación, los líderes comunales han solicitado con urgencia la intervención de la Alcaldía de Rovira y la Gobernación del Tolima para realizar un censo de damnificados y coordinar la entrega de ayuda humanitaria. Además, han pedido el envío inmediato de maquinaria pesada, como retroexcavadoras y volquetas, para despejar los caminos y permitir el acceso a la zona. Aunque los habitantes han intentado rehabilitar los caminos con herramientas manuales, estos esfuerzos no han sido suficientes para enfrentar la magnitud del derrumbe.
Los representantes comunitarios también han apelado al Gobierno Nacional, solicitando recursos extraordinarios y la intervención de unidades especializadas en Gestión del Riesgo. La falta de recursos locales ha llevado a la comunidad a pedir el apoyo del gobierno central para atender la emergencia, proteger la producción agrícola y evitar una crisis económica aún mayor. La solicitud de subsidios y programas de recuperación es vital para salvaguardar lo que queda de los cultivos.
La crisis no solo afecta la economía, sino que también ha creado una grave escasez de alimentos no perecederos, agua potable y suministros médicos en las veredas incomunicadas. La comunidad ha solicitado a las autoridades que, mientras se restablece el acceso vehicular, se implementen alternativas de distribución de ayuda, como el uso de aeronaves o el traslado de suministros a pie.
Mientras las autoridades gestionan el apoyo, los habitantes de las veredas han tomado la iniciativa de abrir caminos provisionales con herramientas manuales. Aunque estos esfuerzos son loables, la comunidad sabe que se necesita una solución estructural a largo plazo, que solo puede ser proporcionada por la intervención institucional.
Los líderes comunitarios insisten en que la respuesta institucional debe ser integral, abordando tanto el desastre inmediato como las medidas preventivas para el futuro. Se requieren trabajos de infraestructura, como la construcción de muros de contención y la mejora de los drenajes, para evitar que situaciones similares ocurran en el futuro. La intervención a largo plazo es crucial para asegurar la estabilidad de la región.
Si el aislamiento persiste, la economía local corre el riesgo de colapsar. Los campesinos temen que, de no poder sacar sus productos, se verán obligados a abandonar sus tierras y buscar empleo en las ciudades cercanas. La rehabilitación de las vías es urgente para evitar un éxodo y garantizar la estabilidad económica y social de la zona.









