La publicación reciente de encuestas ha llevado a líderes y simpatizantes de diversas campañas a abandonar sus antiguos barcos políticos para buscar refugio en un proyecto que aún se percibe como viable y en crecimiento. Ante la polarización exacerbada por los resultados de las encuestas, aquellos candidatos que han perdido terreno en las preferencias electorales están viendo cómo sus bases se disuelven y se suman a nuevas alianzas. Johana Aranda, la única mujer en la contienda, se está convirtiendo rápidamente en el epicentro de esta reconfiguración política.
Las reuniones secretas entre delegados de la campaña de Aranda y líderes de otras fuerzas políticas se han vuelto moneda corriente en los últimos días. La sensación de que el bus de Jorge Bolívar está lleno y la percepción de que Aranda representa una opción más abierta y democrática están motivando esta desbandada.
Líderes de campañas previamente distantes, como José Barreto, Ricardo Ferro, y Fernando Murillo, se han visto envueltos en estas misteriosas negociaciones políticas. Incluso aquellos desencantados con la dirección de Renzo García están buscando refugio en el proyecto ‘Ibagué para todos’, liderado por Aranda.
Este fenómeno político podría entenderse de tres maneras: en primer lugar, como la realización del mito del “Toconbar”, donde diversas fuerzas se unen en torno a un proyecto único; en segundo lugar, como un respaldo a la propuesta democrática que representa Johana Aranda; y, finalmente, como una manifestación del pragmatismo del electorado, que ve en Aranda la mejor posibilidad de ganar la Alcaldía.
En vísperas de las elecciones, la atención se desplaza de las plazas públicas a espacios más discretos, donde las movidas políticas indican que, aunque algunos candidatos parezcan tener pocas posibilidades según las encuestas, sus bases podrían estar inclinándose mayoritariamente hacia Johana Aranda, quien se consolida como un polo de unidad democrática y antibarretista en la ciudad.