En la Universidad del Tolima, un grupo de encapuchados desató disturbios y generó zozobra en el campus universitario durante la conmemoración del estudiante caído, una jornada que se celebra cada 8 de junio en honor a un estudiante fallecido en años anteriores. La tranquilidad de la institución se vio abruptamente interrumpida cuando los encapuchados llevaron a cabo actos vandálicos, que incluyeron la interrupción del tránsito vehicular en el barrio Santa Helena y la incineración de oficinas de la rectoría de la institución.
La jornada de protesta comenzó con la intimidación de funcionarios y profesores por parte de los encapuchados, quienes los obligaron a evacuar el lugar. Posteriormente, el grupo lanzó consignas a favor del Gobierno Nacional y en contra de las autoridades universitarias, evidenciando su descontento con la gestión institucional. Acto seguido, se desplazaron hacia la calle 42 con carrera cuarta, donde bloquearon el paso de vehículos y lanzaron artefactos explosivos. Simultáneamente, otro grupo de manifestantes prendió fuego a una dependencia del área administrativa, agravando aún más la situación.
A medida que avanzaba la tarde, los encapuchados se retiraron del campus universitario, permitiendo que la calma retornara gradualmente a la Universidad del Tolima. No obstante, los estragos causados por los actos vandálicos eran evidentes.
El rector de la institución, Omar Mejía, junto con el grupo de vicerrectores, expresaron su profundo lamento y condena por los acontecimientos ocurridos mediante un comunicado oficial. En dicho comunicado, enfatizaron la importancia de ejercer el derecho a la protesta pacífica y rechazaron enérgicamente la violencia como medio de expresión. Asimismo, hicieron un llamado a mantener el diálogo constructivo y el respeto dentro de la comunidad universitaria, promoviendo así la búsqueda de soluciones a través del consenso y la participación activa.
Ante la magnitud de los hechos, las directivas de la universidad tomaron la decisión de suspender las actividades académicas y administrativas durante la mañana del viernes. Esta medida permitiría llevar a cabo una exhaustiva revisión en todos los espacios de la institución, con el fin de descartar la presencia de elementos explosivos y salvaguardar la integridad de estudiantes, profesores y personal administrativo. La seguridad se convirtió en una prioridad fundamental para las autoridades universitarias, quienes se comprometieron a trabajar en conjunto con las autoridades competentes para esclarecer los hechos y tomar las medidas necesarias para prevenir futuros incidentes.
Finalmente, la comunidad universitaria, estudiantes y profesores, se muestra consternada por los acontecimientos y exige que se encuentren los responsables de estos actos vandálicos para que enfrenten las consecuencias legales correspondientes.