La Fiscalía General de la Nación asestó un duro golpe contra la presunta pedofilia al anunciar la captura de Freddy Castellanos, un docente acusado de perpetrar múltiples abusos sexuales contra infantes en un jardín infantil ubicado en la localidad de San Cristóbal. El centro educativo, que operaba bajo la supervisión del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), brindaba atención a un grupo vulnerable de 21 niños y niñas con edades comprendidas entre los 2 y 3 años.
La magnitud del escándalo se revela con la escalofriante cifra de doce denuncias interpuestas por padres angustiados, de las cuales siete han sido corroboradas por las autoridades competentes tras exhaustivas investigaciones. Sin embargo, la consternación se torna aún más profunda al confirmarse el diagnóstico de VIH en dos de los pequeños víctimas, una revelación que ha encendido la furia y la desesperación en la comunidad de padres afectados.
Freddy Castellanos, el hombre señalado como el responsable de estos atroces crímenes, será presentado en las próximas horas ante un juez de control de garantías. Allí, enfrentará la justicia por los graves delitos de actos sexuales abusivos y acceso carnal abusivo con menor de 14 años, cargos que podrían acarrear severas penas privativas de la libertad. Actualmente, el detenido permanece bajo custodia en una Unidad de Reacción Inmediata (URI) a la espera de la crucial audiencia que definirá su situación jurídica.
Ante la gravedad de los hechos y la comprensible alarma generada en la comunidad, el director regional del ICBF en Bogotá, Julián Moreno, emitió un pronunciamiento oficial confirmando el cierre temporal e inmediato de la sede del jardín infantil donde ocurrieron los presuntos abusos. “Es absolutamente inadmisible que este tipo de situaciones se presenten en espacios que deben ser sinónimo de seguridad y confianza para nuestros niños. Si bien la institución cuenta con rigurosos sistemas de vigilancia y protocolos de supervisión, hemos tomado la firme decisión de cerrar las instalaciones mientras se adelantan las investigaciones pertinentes”, aseveró el funcionario.
La decisión del ICBF, aunque necesaria, no ha logrado mitigar la profunda angustia y el clamor por justicia que embarga a los padres de los menores afectados. En medio de la conmoción y la incertidumbre, las familias exigen garantías contundentes para la protección integral de sus hijos, demandando medidas efectivas que prevengan futuros casos de violencia y abuso en entornos educativos.
La noticia ha generado una ola de indignación en toda la ciudad, reabriendo el debate sobre la necesidad de fortalecer los mecanismos de control y supervisión en las instituciones dedicadas al cuidado de la primera infancia. La sociedad civil y diversas organizaciones defensoras de los derechos de los niños han manifestado su profunda preocupación y han instado a las autoridades a actuar con celeridad y contundencia para esclarecer los hechos y sancionar a los responsables.
Mientras la investigación avanza y el proceso judicial se pone en marcha, la prioridad se centra en brindar apoyo psicológico y acompañamiento integral a los menores víctimas y a sus familias, quienes enfrentan un trauma inimaginable. La confirmación del diagnóstico de VIH en algunos de los niños añade una capa de complejidad y urgencia a la situación, requiriendo una atención médica especializada y un seguimiento continuo para garantizar su bienestar y calidad de vida.
Este lamentable episodio pone de manifiesto la vulnerabilidad de los niños y la imperiosa necesidad de crear entornos seguros y protectores donde puedan desarrollarse plenamente. La comunidad espera que este caso sirva como un precedente para fortalecer las políticas de prevención y protección infantil, asegurando que ningún niño más sea víctima de la violencia y el abuso.