Tras la visita de Richard Grenell, enviado especial del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, Venezuela liberó a seis ciudadanos estadounidenses que permanecían retenidos en ese país. La reunión entre Grenell y representantes del régimen de Nicolás Maduro en Caracas permitió concretar la repatriación, según confirmó el propio emisario.
Grenell expresó su agradecimiento a Trump y aseguró que los ciudadanos liberados ya se dirigen a territorio estadounidense. “Acababan de hablar con Trump y no podían dejar de agradecerle”, afirmó en declaraciones a la prensa.
Según un alto funcionario de la Casa Blanca, durante las conversaciones con Maduro, el emisario estadounidense exigió la aceptación de los vuelos de deportación de migrantes venezolanos y la entrega de delincuentes vinculados a organizaciones criminales que operan en EE.UU., como el Tren de Aragua.
En el marco de su regreso a la contienda política, Trump ha declarado al Tren de Aragua como una organización terrorista y ha intensificado su discurso en contra de la inmigración irregular. “El presidente Trump espera que Nicolás Maduro recupere a todos los criminales y pandilleros venezolanos y lo haga de manera inequívoca y sin condiciones”, aseguró Mauricio Claver-Carone, otro enviado especial para América Latina.
Ante la repercusión del encuentro, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, fue contundente al desmentir cualquier acercamiento diplomático entre EE.UU. y el régimen venezolano. “Absolutamente no”, respondió cuando se le preguntó si la reunión significaba un reconocimiento a Maduro como presidente.
Leavitt aclaró que la visita de Grenell tenía un propósito exclusivo: asegurar la liberación de los estadounidenses detenidos y exigir que Venezuela acepte los vuelos de deportación de migrantes. “No hay ninguna negociación ni legitimación del régimen”, enfatizó.
El caso de los ciudadanos estadounidenses presos en Venezuela ha sido un punto de tensión en las relaciones entre ambos países. Anteriormente, el gobierno de Maduro ha utilizado a detenidos extranjeros como moneda de cambio en negociaciones con EE.UU. y otras naciones.
Aunque la liberación de los seis estadounidenses representa un avance en el tema humanitario, la posición de Washington respecto al régimen de Maduro se mantiene firme, sin señales de un cambio en su política de sanciones o reconocimiento diplomático.