Expertos advierten que el incremento del salario mínimo, junto con la alta demanda de bienes y servicios, podría estar frenando la reducción de la inflación en Colombia. Aunque el país ha logrado estabilizar algunos indicadores, el cierre del año podría mantener los precios de la canasta familiar por encima del 5%.
El panorama económico en Colombia enfrenta nuevos desafíos ante el incremento sostenido de los precios. A pesar de los esfuerzos del Gobierno y del Banco de la República por contener la inflación, los datos de septiembre de 2025 revelan una cifra anual de 5,18 %, manteniendo una tendencia estable pero aún lejos de la meta del 3 % propuesta por el emisor.
Analistas coinciden en que los efectos del alza del salario mínimo y la presión en los costos de los servicios indexados han contribuido a ralentizar la reducción de la inflación. Carolina Monzón, gerente de Investigaciones Económicas de Itaú Colombia, afirmó que el impacto es más notorio en los hogares de bajos ingresos, pues destinan una mayor proporción de su dinero a alimentos y servicios básicos, los cuales han presentado incrementos continuos.
Por su parte, Alejandro Useche, profesor de la Universidad del Rosario, destacó que aunque el Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha mostrado una reducción a largo plazo desde el pico del 13,43 % en 2023, la estabilización reciente evidencia una desaceleración en la recuperación económica. “En el corto plazo, el proceso de desinflación parece estancado y las presiones de demanda interna lo explican parcialmente”, comentó.
De acuerdo con el Dane, los rubros que más han subido de precio son restaurantes y hoteles, con una variación del 7,47 %, seguidos de educación (7,29 %), bebidas alcohólicas (6,38 %) y alimentos (6,21 %). Este comportamiento refleja que, pese a la moderación de algunos precios internacionales, el consumo interno y los costos logísticos siguen presionando el IPC.
Laura Clavijo, directora de Investigaciones de Bancolombia, añadió que los precios de los servicios públicos, la educación y los arriendos —indexados al salario mínimo— continúan impulsando la inflación. “Los hogares están consumiendo más, en parte por las remesas y por la mejora del empleo, lo que aumenta la demanda y los precios”, sostuvo.
El presidente de Anif, José Ignacio López, advirtió que los altos costos energéticos y las dificultades logísticas, como derrumbes y bloqueos en carreteras, también inciden en los precios finales. “Estamos viendo hogares que gastan más y eso mantiene la presión inflacionaria”, señaló. Los analistas prevén que en octubre la inflación podría acelerarse ligeramente antes de moderarse al cierre del año, con un promedio estimado de 5,1 %.
En cuanto al efecto del salario mínimo, los expertos consideran que el incremento del 9,5 % decretado para 2025, cuatro puntos por encima del IPC de 2024, pudo haber amplificado los costos de producción y los precios de los servicios. Useche explicó que “cuando los costos laborales aumentan, las empresas trasladan parte de esa carga al consumidor final, lo que termina afectando el poder adquisitivo que se buscaba proteger”.
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, coincidió en que los ajustes salariales han ralentizado la convergencia inflacionaria. “La desinflación en Colombia ha sido más lenta que en países como Chile o Perú. Aunque el alza del salario busca proteger a los trabajadores, también incrementa los costos empresariales y mantiene la inflación por encima de lo esperado”, aseguró.
El debate sobre el salario mínimo de 2026 ya genera expectativas entre los economistas. Se prevé que el Gobierno mantenga su política de incrementos altos, lo cual podría mantener la inflación en torno al 4 % durante el próximo año, aún por encima del rango meta. Los analistas sugieren que el desafío estará en equilibrar el poder adquisitivo de los trabajadores con la estabilidad de precios.
En conclusión, el comportamiento de la inflación en Colombia hacia finales de 2025 refleja un panorama mixto: estabilidad en el ritmo de crecimiento, pero persistencia en niveles altos. El reto para el nuevo año será contener las presiones inflacionarias sin frenar el consumo ni afectar el empleo, en un contexto donde el salario mínimo seguirá siendo pieza clave del debate económico nacional.