La sede central de la Institución Educativa José Joaquín Flórez Hernández cumple casi una década en abandono. Pese a contar con $12.500 millones en el Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa (FFIE), la obra nunca comenzó. Estudiantes, docentes y padres denuncian hacinamiento, improvisación y falta de respuestas de los gobiernos nacional y local.
El panorama de la educación pública en Ibagué sigue marcado por los llamados “elefantes blancos”, obras inconclusas que se convierten en símbolos de incumplimiento estatal. Uno de los casos más críticos es el de la Institución Educativa José Joaquín Flórez Hernández, ubicada en el barrio Las Américas, cuya sede central permanece en ruinas desde hace nueve años.
El proyecto de ampliación fue anunciado en 2016 con bombos y platillos. En ese entonces, la meta era entregar un colegio moderno con capacidad para recibir a más de 4.000 estudiantes y aliviar el hacinamiento de varias sedes. Sin embargo, con el paso del tiempo lo que se prometió como una solución terminó convirtiéndose en un problema mayor.
En 2018, el Ministerio de Educación entregó el manejo del proyecto al Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa (FFIE), que debía contratar y ejecutar la obra. Desde entonces, los recursos —más de $12.500 millones— permanecen inmovilizados, generando rendimientos financieros cuyo destino nadie aclara. Para agravar la situación, el FFIE dejó vencer las licencias de construcción y los permisos ambientales, truncando cualquier avance.
La comunidad educativa ha tocado múltiples puertas. Durante el gobierno de Iván Duque, el actual de Gustavo Petro, y las alcaldías de Andrés Hurtado y Johana Aranda, el colegio ha sido tema de reuniones, cartas y plantones. No obstante, las respuestas han sido evasivas, siempre culpando a factores externos como el clima, los trámites o la “falta de recursos”.
En paralelo, los estudiantes deben trasladarse a sedes lejanas o improvisadas. Padres denuncian que niños y jóvenes recorren largos trayectos hasta otras instituciones, con los riesgos de seguridad y los costos adicionales que eso implica. “Mientras los recursos duermen en el FFIE, nuestros hijos estudian hacinados y sin laboratorios adecuados”, expresó Gloria Ramírez, madre de familia y veedora del proceso.
La situación del Flórez Hernández no es un caso aislado. Otros colegios como el de la Arboleda del Campestre también permanecen inconclusos tras años de anuncios fallidos. La ciudadanía teme que ocurra lo mismo que en proyectos históricos como el San Simón o el Inem, despriorizados pese a las promesas reiteradas de los gobiernos de turno.
Desde el punto de vista legal, la negligencia en estos casos va en contravía de lo establecido en la Constitución de 1991 y en leyes como la 115 de 1994, que garantizan el derecho a una educación con condiciones dignas. Incluso, la Corte Constitucional ha reiterado que el acceso a infraestructura adecuada es parte integral de la calidad educativa.
La presión ciudadana crece. Veedores, líderes comunales y docentes han solicitado al ministro de Educación, Daniel Rojas, que se traslade a Ibagué para verificar de primera mano el estado de la obra y garantizar la ejecución inmediata de los recursos. “Nuestros niños no pueden seguir pagando el precio de la negligencia. La educación no es un favor del Estado, es un derecho fundamental”, enfatizó un vocero de la comunidad.
De no actuar pronto, el Flórez Hernández seguirá siendo un monumento al abandono y a la ineficiencia estatal en Ibagué. El elefante blanco de Las Américas es hoy una herida abierta que recuerda que, mientras los millones se guardan en cuentas bancarias, miles de niños siguen esperando aulas para aprender con dignidad.