Por: Efraín Gutiérrez Zambrano
En la ciudad de los relojes rotos, un hombre llamado Elías redescubre el sentido de la vida a través del silencio, la esperanza y la acción. Inspirado por una niña que dibujaba estrellas en el polvo, comprende que la transformación comienza con pequeños gestos que iluminan la oscuridad cotidiana. Su historia se convierte en una metáfora de resistencia espiritual frente al ruido del mundo moderno, recordando que el vacío es posibilidad y que cada acto de bondad puede ser el inicio de una nueva sinfonía humana.
En la ciudad de los relojes rotos, donde el tiempo se mide por la prisa y no por el pulso del alma, vivía Elías, un hombre que había olvidado cómo se escucha el viento. Cada día despertaba con el ruido de los motores, con el zumbido de pantallas que prometían felicidad en píxeles. Pero algo dentro de él se quebraba lentamente, como una rama seca que ya no canta con el río. Una mañana, mientras caminaba entre muros grafiteados de rabia y esperanza, vio a una niña sentada en la acera, dibujando estrellas en el polvo.
Le preguntó por qué lo hacía, y ella respondió: “Porque aquí no se ven. Pero si las dibujo, quizás alguien mire hacia arriba.” Esa noche, Elías no encendió la televisión. Se sentó en el umbral de su casa y dejó que el silencio le hablara. Fue entonces cuando lo comprendió: “La realidad, algunos días fastidia. Quisiera solo dormir o soñar. El fuego de la violencia hace que arda la realidad.”
Y en ese ardor, encontró una chispa. No para huir, sino para encender algo nuevo. Al día siguiente, llevó libros a la plaza, invitó a los niños a leer bajo los árboles. No todos vinieron. No todos entendieron. Pero algunos sí. Se unieron a la actividad como una brisa que acaricia y elimina el tedio. Y eso bastó.
Porque, es una verdad que no se debe ocultar, sentimos el vacío que no es ausencia, sino posibilidad. Como tampoco el silencio no es abandono, sino cuna de la creación. Y la acción, aunque pequeña, puede ser el primer verso de una sinfonía que aún no se ha escrito. Pero si lo queremos podemos hacerlo con nuestras buenas intenciones al actuar.