El magnate Elon Musk dimitió como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) tras 130 días en el cargo, citando desacuerdos con el Congreso sobre el gasto público. Su salida coincide con presiones de accionistas para que retome el control de sus empresas.
Elon Musk ha anunciado su renuncia al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado por el presidente Donald Trump para reducir el gasto público. Tras 130 días en el cargo, Musk expresó su frustración por los desacuerdos con el Congreso, especialmente con el paquete legislativo conocido como “One Big Beautiful Bill”, que, según él, contradecía los objetivos de eficiencia del DOGE.
Durante su gestión, Musk implementó medidas controvertidas, como el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Aunque afirmó haber logrado recortes significativos, los resultados fueron más modestos de lo esperado.
La renuncia de Musk también se produce en medio de presiones de accionistas de sus empresas, Tesla y SpaceX, que han experimentado caídas en sus ganancias y retrasos en contratos clave. Los inversores instaron a Musk a centrarse en sus negocios y dejar la política.
A pesar de su salida, Musk afirmó que continuará apoyando los esfuerzos de eficiencia gubernamental y asesorará informalmente al DOGE. El presidente Trump elogió su labor y destacó su contribución a la transformación organizativa del gobierno.
La experiencia de Musk en el gobierno subraya las dificultades de aplicar estrategias empresariales al ámbito político. Su renuncia pone de manifiesto los desafíos de implementar reformas drásticas en un sistema con intereses cruzados y resistencia institucional.
El DOGE continuará operando hasta 2026, con el objetivo de reducir el gasto público y aumentar la eficiencia del gobierno federal. La salida de Musk plantea interrogantes sobre el futuro de esta iniciativa y su capacidad para lograr sus metas sin su líder más visible.