Por: Nelson Germán Sánchez Pérez
¿Qué para qué sirve estudiar periodismo? ¿Qué ya no se debería tener como profesión o carrera la comunicación social y periodismo? Que no se estudie, que se elimine. Esto sumado a una cantidad de improperios, mentiras y bajezas amparadas en lo que podría tomarse como una campaña de difamación de la profesión, que a algunos les debe estar estorbando.
Olvidan quienes ahora se las dan de críticos de la profesión, que no se trata solamente de presentar una noticia, de hacer comentarios a los hechos informativos, de dar la opinión sobre los mismos, generar controversia a su alrededor desde posturas poco fundamentadas, hacer tres o cuatro preguntas -algunas veces capciosas o disfrazadas de mordaces- para parecer profundos e independientes. No.
Creen que por publicar un resumen en fecebook, unos videos editados en Instagram o en youTobe tomándose la mandíbula para simular ser grandes “analistas” o leer de corrido un telepronter sin equivocarse, ya sobrepasan la preparación y labor periodística y entonces cualquiera puede ejercer. Y tal vez, sí, puedan hacer psudoperiodismo, periodismo “light”, del bochinchero, escandaloso, solo para llamar la atención como quien invita a entrar a feria, circo o almacén de todo a 500; pero buen periodismo, con criterio, conocimiento, carácter, estructurado, ético, enfocado al servicio y lo social, con contenido, análisis, riguroso y con la consabida investigación o reportería concienzuda, de eso si no saben y hablan, pero pontifican a diestra y siniestra descalificando y pordebajeando la labor.
Es necesario recordar a estos personajes que no se trata de simples entrenamientos o rutinas, de desarrollar unas competencias, poder armar un lead o un titular de alto impacto, si no de crear espíritu crítico, capacidades análiticas, valores morales, sensibilidad social y humanismo permanente, respeto a la información veraz, defensa de los derechos humanos y al acceso a la información como uno de los centrales.
Los grandes temas de la opinión en este país en todas sus áreas, los grandes escándalos de corrupción, solo por citar un ejemplo, han sido destapados no por quienes están en la mesa de trabajo radial o presentando el noticiero o de hora nalga en un estudio, si no gracias a la dedicación de los periodistas-reporteros, sabuesos de la información, quienes gracias al estudio de la profesión desarrollaron la mística, entendieron la responsabilidad enorme que conlleva ejercer esta profesión, el poder y por ende el deber ser que se entrega por la influencia sobre la gente.
Adicional a ello, la capacidad de dedicar horas a sus fuentes en desmedro de las relaciones sociales y la familia, leer los documentos y confrontar contenidos, ganar confianza, preguntar, entender, volver a preguntar, aprender, desaprender, valorar un hecho, buscar distintas versiones, trasnochar, estructurar el contenido, elegir el formato y género informativo, arriesgar hasta la vida sin perder de vista que la labor principal es poner en jaque al poder cualquiera sea, que a través de fuentes oficiales siempre van a querer anteponer sus intereses a los del bien común.
Tampoco se puede desconocer el fundamento epistemológico, las discusiones en las áreas del conocimiento, los aportes a una disciplina del saber, los campos de estudio del periodismo hoy que han ido madurando, fortaleciéndose y aclarándose en los últimos años en el mundo intelectual y la academia mundial.
Se está atacando vilmente a una profesión tratando de desconocer su importancia para la sociedad, confundiendo que lo que está en jaque y riesgo no es la profesión ni la actividad si no el modelo de negocio sobre el cual funcionan los medios de información, que siguen operando bajo la misma lógica, con sus mismos procesos y estructurada de costos, para un mercado que varió y cambió debido a las redes sociales con su frenesí, inmediatez, libertad y muchas veces gratuidad.
Ejemplos recientes del fracaso del modelo de negocio y el hábito de consumo que cambió, al cual es necesario adaptarse es que se apagó el canal El Tiempo Televisión, Vice Colombia -la revista digital para jóvenes-, Televisa Colombia y el 50 por ciento de la Revista Semana se compró por el grupo Gilinski, lo que no se han percatado muchos es que lo que está en jaque y riesgo no es la profesión ni la actividad, si no el modelo de negocio sobre el cual funcionan los medios, especialmente los informativos. Pero esto será motivo de otra columna.
Valga aclarar que esto no se trata de una guerra entre profesiones, de periodistas al periodismo y economistas a la economía, ni más faltaba; porque también hay que reconocer que personas que no están graduadas de periodismo han hecho una destacada labor periodística, lo mismo que algunos empíricos y autodidactas. El estudio del periodismo se defiende.