Por: Edwin Soto Castro, Comunicador Social - Periodista. Especialista en Comunicación Digital.
El nombramiento del nuevo Gerente de Proyectos Estratégicos de Ibagué, un joven politólogo de la Universidad del Tolima, posiblemente con alguna formación adicional en el área, refleja la herencia que han recibido las nuevas generaciones: clientelismo, burocracia y politiquería. No hay más por dónde agarrar. Mientras tanto, se espera el anuncio de su “cóctel de proyección estratégica” de proyectos alineados con los Planes de Desarrollo local, departamental y nacional, aunque la incertidumbre sobre su verdadera capacidad persiste.
Habrá que ver qué tiene preparado el nuevo funcionario para su estreno en el cargo. Antes de ser nombrado oficialmente, ya había afirmado que el POT no permitía la ampliación de la planta de Murelli y que la norma lo impedía. Entonces, la pregunta es: ¿qué grandes proyectos estratégicos priorizará si la administración que tanto defiende en redes sociales solo está entregando o finalizando obras heredadas? Lo que sí es claro es lo que se vio en campaña, donde también estuvo presente: la candidata, hoy alcaldesa, hizo promesas como buena discípula de su jefe político, hablando de grandes proyectos de infraestructura que, hasta la fecha, no han pasado de ser simples paliativos en temas cruciales como la malla vial y el Sistema Estratégico de Transporte Público, entre otros.
Ahora, la administración enfrenta nuevas demandas por problemas heredados, entre ellos, el polémico proyecto de la Calle 60. En Ibagué, quienes no logran emprender en el sector privado terminan viendo en la burocracia su única alternativa. En una ciudad con un desempleo generalizado y juvenil, sin un desarrollo económico dinámico e industrial, el sector público se convierte en la mejor opción para quienes no saben qué más hacer.
Los nuevos ricos del Tolima, exaliados con el senador más rico de Colombia, llevan a la región al abismo. Para jóvenes como el nuevo Gerente de Proyectos Estratégicos, y muchos otros en distintas esferas, es más rentable construir una codependencia económica del sector público. Así, se garantizan crecimiento profesional y estabilidad financiera, a costa de la fidelización política y la perpetuación del clientelismo. La juventud del Tolima, en muchos casos, termina burocratizada, manipulada y ninguneada, perdiendo su capacidad de defender sus propias causas.
Si el mérito para ocupar un cargo público radica en defender una administración en redes sociales, tanto en Ibagué como en los 47 municipios del Tolima, el problema no es solo político, sino cultural y estructural. La ciudad arrastra un problema histórico de desempleo y falta de oportunidades. ¿Cómo explicar que un joven, que comenzó su carrera política en la administración pasada, ahora tenga semejante poder adquisitivo desde el sector público?
El verdadero problema es que muchos jóvenes no tienen la posibilidad de desarrollar proyectos empresariales en la región. Con esfuerzo, logran profesionalizarse en las universidades locales o en centros de estudio, pero al final, el camino más rentable parece ser la burocracia. Para el senador más rico de Colombia y los nuevos ricos de Ibagué y el Tolima, resulta conveniente mantener a una población profesionalizada sin opciones laborales, obligándolos a depender del Estado, ya sea a través de alcaldías, gobernaciones o entidades descentralizadas. Se trata de un monopolio de burocracia y nepotismo puro y duro, donde los jóvenes terminan siendo peones de un ajedrez político.
Si la cultura en la región fuera distinta, no estaríamos atrapados en el atraso económico, social y empresarial. Ibagué y el Tolima tienen el potencial de ser un punto estratégico para el comercio y la industria, dada su cercanía con ciudades clave como Bogotá, Medellín y Cali. Sin embargo, el rezago en infraestructura y la falta de políticas económicas competitivas impiden que se aproveche ese potencial. Año tras año, cientos de jóvenes egresan de universidades con títulos técnicos, tecnológicos, profesionales y de posgrado, pero sin oportunidades reales de empleo.
Mientras Ibagué siga secuestrada por los mismos de siempre, sin una tercera vía o una alternativa real al modelo burocrático actual, la región estará condenada a sufrir los mismos problemas de siempre con los mismos de siempre.