Las constantes quejas ciudadanas por el servicio de agua potable tienen en aprietos a la alcaldesa Johana Aranda, mientras la gerente del IBAL, Érika Palma, es señalada de desinformar y sostener una gestión cuestionada. Se habla de su inminente salida del cargo.
La situación del agua potable en Ibagué sigue siendo uno de los temas más sensibles y conflictivos para la ciudadanía. La alcaldesa Johana Aranda enfrenta crecientes críticas por los cortes constantes, la baja calidad del servicio y la falta de soluciones efectivas, mientras las respuestas oficiales que da la gerente del IBAL, Érika Palma, generan más dudas que certezas.
Palma insiste en que el servicio ha mejorado y que los barrios cuentan con suministro constante y de buena calidad, pero la realidad es otra. A diario, las comunidades reclaman por la falta de agua, situación que se repite en cada visita de la alcaldesa a los sectores más afectados, donde se evidencian las falencias del sistema.
“Estamos trabajando para solucionar”, es la frase con la que Palma responde de forma reiterada a la mandataria cada vez que se le consulta por los reclamos ciudadanos. Para muchos, su gestión ha sido un obstáculo y una carga para el gobierno actual, al punto de hacer tambalear la credibilidad de Aranda frente a los ibaguereños.
Uno de los mayores escándalos es el fallido acueducto alterno, hoy bajo investigación. Las promesas de mejora se convirtieron en titulares que cuestionan su viabilidad: “¿Es la falacia del siglo?”, “¿El acueducto complementario es una estafa?”, “¿Tubo del acueducto alterno dañó obra hecha?”. El proyecto, lejos de traer soluciones, ha dejado más preguntas que respuestas.
Pese a este panorama, Palma ha sido sostenida en el cargo, lo que despierta interrogantes sobre quién respalda su permanencia. La funcionaria ha escalado posiciones desde administraciones anteriores y recibió el apoyo clave del exalcalde Andrés Fabián Hurtado, quien la promovió y consolidó su presencia en el IBAL.
Según fuentes cercanas a la Alcaldía, la paciencia estaría llegando a su límite. Aranda, cada vez más presionada por la opinión pública, evalúa la salida de Érika Palma. Incluso, ya se mencionan posibles reemplazos como Óscar Alexander Berbeo y candidatos cercanos al senador Miguel Ángel Barreto.
Los problemas del agua y el deterioro de la malla vial han sido históricamente las “piedras en el zapato” de los alcaldes de Ibagué. Un mandatario que logre resolver estos dos flagelos tendría una calificación histórica, pero mientras tanto, Aranda enfrenta el desgaste que implica cargar con una funcionaria cuyo discurso ya no convence.
Los ciudadanos exigen respuestas reales y acciones concretas. La salida de Palma podría marcar el inicio de una reestructuración en el IBAL, que permita recuperar la confianza de los ibaguereños. La pregunta sigue en el aire: ¿cuánto más resistirá la alcaldesa sosteniendo una gestión que le resta más de lo que suma?