La administración municipal de Ibagué, liderada por la alcaldesa Johana Aranda, vuelve a estar en el ojo del huracán tras ser señalada de difundir imágenes que no reflejan el verdadero estado de los murales en la glorieta de la calle 80. Según denuncias ciudadanas, dichos murales se encontraban en total abandono, con algas, grafitis y colores desvanecidos, evidenciando una aparente falta de mantenimiento.
Ante esta situación, jóvenes y colectivos artísticos intervinieron el espacio, desarrollando nuevos murales como parte de un movimiento nacional conocido como “Las Cuchas Tienen Razón”, inspirado en la lucha de las madres buscadoras y víctimas de desaparición forzada. Estas acciones buscan reivindicar la memoria de quienes sufrieron los horrores del conflicto armado, particularmente en hechos como la Operación Orión en Medellín.
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La Alcaldía, en respuesta, publicó un comunicado en el que asegura que las intervenciones no fueron autorizadas y que los murales originales “exaltaban la vocación musical de la ciudad”. Sin embargo, esta versión ha sido desmentida con imágenes reales que muestran el deterioro del lugar, lo que llevó a los jóvenes a intervenirlo como acto simbólico.
“Es indignante que la administración intente vender una narrativa falsa en redes sociales mientras la ciudad sufre el abandono de su patrimonio cultural”, afirmaron líderes comunitarios. Además, señalaron que esta no es la primera vez que los ciudadanos deben actuar por su cuenta para proteger los espacios culturales, recordando casos como el de la Concha Acústica, restaurada por habitantes ante la falta de acción gubernamental.
Para los colectivos artísticos, los nuevos murales representan una forma de protesta contra la desidia administrativa. “Nuestro trabajo no solo es arte, es memoria. Es un grito de justicia por las madres buscadoras y todas las víctimas del conflicto armado. No vamos a permitir que el dolor de estas familias sea invisibilizado”, expresó uno de los artistas involucrados.
El movimiento “Las Cuchas Tienen Razón” ha ganado fuerza en varias ciudades del país, destacándose por su compromiso con la memoria histórica y la justicia social. En Ibagué, esta iniciativa ha generado un fuerte contraste con la postura de la administración, que parece centrarse en imponer reglas más que en reconocer el valor transformador del arte urbano.
La ciudadanía, por su parte, ha cuestionado el enfoque de la Alcaldía, que prioriza la creación de contenido en redes sociales sobre acciones concretas para mejorar el entorno urbano. “No necesitamos discursos, necesitamos hechos. Los murales eran un símbolo de abandono, y ahora son un símbolo de resistencia”, comentó un habitante de la ciudad.
El abandono de los murales en la glorieta de la calle 80 y la polémica en torno a su intervención reflejan la falta de un compromiso claro con la cultura y la memoria en la gestión de Johana Aranda. Los habitantes de Ibagué exigen que se tomen acciones concretas para preservar el arte urbano y reconocer su papel en la construcción de una sociedad más justa y consciente.