La excanciller y exjefa de gabinete del presidente Gustavo Petro presentó su renuncia, afirmando que no podía respaldar recientes decisiones presidenciales. Su salida marca el fin de una figura clave en el círculo más cercano del mandatario.
La hasta ahora canciller Laura Sarabia oficializó su renuncia al cargo, cerrando un capítulo que la posicionó como una de las figuras más influyentes en el Gobierno del presidente Gustavo Petro. Su salida se dio luego de un nuevo desencuentro con el mandatario, relacionado con la controversia por la adjudicación del contrato para la elaboración de pasaportes, proceso en el que terminó siendo desautorizada por el propio jefe de Estado.
En su carta de renuncia, Sarabia fue clara al señalar que en los últimos días se tomaron decisiones dentro del Gobierno que no podía acompañar, una frase que reflejaría un punto de quiebre en la relación que durante años mantuvo con Petro, desde los días de campaña hasta su rol como ministra de Relaciones Exteriores. Su salida se suma a una serie de tensiones internas que se han hecho evidentes en el gabinete presidencial.
Laura Sarabia comenzó su ascenso político como asesora del entonces senador Armando Benedetti, quien la acercó al equipo de campaña de Gustavo Petro. Tras la victoria electoral en 2022, fue nombrada jefa de gabinete y se convirtió en la mano derecha del mandatario en la Casa de Nariño, hasta su salida en mayo de 2023 por el escándalo que involucró a su exniñera Marelbys Meza y una serie de audios filtrados con Benedetti.
Aunque dejó momentáneamente el gobierno, Sarabia regresó poco después como directora del Departamento de Prosperidad Social, y luego fue designada como ministra de Relaciones Exteriores. Desde allí, asumió una serie de responsabilidades clave, no sin generar controversia dentro de ciertos sectores del mismo Pacto Histórico que la veían con recelo, especialmente por su influencia en las decisiones estratégicas del Gobierno.
Durante su gestión en la Cancillería, Sarabia tuvo que sortear varios retos diplomáticos y administrativos, entre ellos la crisis por la licitación de los pasaportes, que terminó marcando su salida. El presidente Petro, al anunciar su renuncia, le agradeció públicamente su trabajo y se refirió a ella como “la hormiguita organizadora” de su campaña presidencial, reconociendo su papel en la estrategia política.
Sin embargo, fuentes cercanas al Ejecutivo aseguran que las diferencias entre Sarabia y el presidente se fueron acumulando, especialmente por el manejo de asuntos internos y su estilo de liderazgo. El último episodio, que implicó la reversa presidencial a su decisión sobre el contrato de pasaportes, fue la gota que rebosó la copa.
Su salida representa no solo el alejamiento de una figura central en la estructura de poder del Gobierno, sino también un reacomodo en el gabinete, que podría continuar con más renuncias en los próximos días. Por ahora, se desconoce quién ocupará oficialmente la Cancillería, aunque se habla de un perfil más técnico para manejar los crecientes desafíos internacionales de Colombia.