El jefe de la cartera de Salud evitó referirse a los audios que comprometerían a su esposa en presuntas presiones indebidas para firmar un contrato millonario en el Amazonas. La opinión pública exige explicaciones.
El ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, optó por retirarse sin dar declaraciones cuando fue abordado por periodistas sobre el nuevo escándalo que sacude a su cartera. La polémica gira en torno a unos audios en los que su esposa, quien funge como superintendente delegada para prestadores de salud, presuntamente habría ejercido presiones indebidas para la firma del contrato del buque hospital destinado al Amazonas.
El silencio del ministro ha generado aún más cuestionamientos entre ciudadanos y sectores políticos, que han exigido claridad frente a las decisiones que involucran recursos públicos. La millonaria inversión en el mencionado contrato ha sido objeto de escrutinio debido a las presuntas irregularidades en su adjudicación.
En redes sociales, las críticas no se han hecho esperar. Varios usuarios han señalado el comportamiento evasivo del ministro y su aparente falta de compromiso con la transparencia. “Eso de ‘ministro, con el respeto que se merece’ cada día suena más a “ministro evasivo”, con el respeto que la opinión pública merece de usted’”, se lee en una de las publicaciones más compartidas.
Hasta el momento, ni el ministro Jaramillo ni la Superintendencia Nacional de Salud han emitido un pronunciamiento oficial sobre los audios filtrados. Tampoco se ha anunciado la apertura de una investigación interna para esclarecer los hechos que vinculan directamente a su esposa en este proceso contractual.
Organizaciones de control y veeduría ciudadana han solicitado que la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría intervengan para determinar si hubo tráfico de influencias o abuso de poder en la gestión del contrato. La ausencia de transparencia pone en entredicho la gestión del Ministerio de Salud y agudiza la desconfianza hacia las instituciones.
El contrato del buque hospital se justificaba como una solución para mejorar la atención médica en regiones apartadas del Amazonas, donde el acceso a servicios de salud es precario. Sin embargo, la controversia amenaza con desviar el foco de esta necesidad urgente hacia un nuevo capítulo de presunta corrupción.
Mientras la indignación crece, los sectores políticos se dividen entre quienes defienden la trayectoria del ministro y quienes consideran que debe rendir cuentas ante el país. La presión mediática y social aumenta, y el silencio oficial se convierte en un agravante más del escándalo.