Con la carretera más alta de Colombia y 8.960 ha en el Parque Los Nevados, Murillo combina paisaje de páramo, cultura arriera y nominación internacional al mejor pueblo rural, mientras su emblemático colibrí de páramo simboliza su compromiso con la conservación.
Murillo, ubicado a 3.000 metros sobre el nivel del mar, es el séptimo municipio más alto de Colombia y conecta con Manizales por la carretera que alcanza 4.149 msnm en el Alto del Sifón, la vía más elevada del país. Esta ruta exige pico y placa los fines de semana entre las 7:00 am y las 3:00 pm, aunque el casco urbano está exento de restricciones.
Sumergido en un bosque de niebla protector y generador de agua, Murillo actúa como esponja natural que almacena humedad y alimenta quebradas y ríos hacia las zonas bajas. Entre los 3.200 msnm y 4.000 msnm, el municipio posee 8.900 ha de páramo, antesala del área intervenida del Parque Los Nevados, donde ostenta 8.960 ha de territorio protegido, la segunda extensión municipal de ese parque tras Santa Rosa de Cabal (Risaralda).
La conservación de tradiciones es otro pilar: Murillo es de los pocos municipios que mantiene vivo el oficio de arriería, legado del auge cafetero. A lomos de mulas y caballos, los arrieros trasladan productos agrícolas por caminos ancestrales, reforzando la mezcla cultural de colonizadores antioqueños y boyacenses.
En 2023, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo nominó a Murillo entre los ocho municipios más bellos de Colombia para representar al país en la convocatoria Best Tourism Villages de la OMT, reconociendo su potencial para el turismo rural y de naturaleza.
El colibrí chivito de páramo, especie endémica de la cordillera Central y alrededor del Parque Los Nevados, fue declarado ave emblema de Murillo por acuerdo del Concejo Municipal. Su capacidad para sobrevivir en alturas extremas lo convierte en símbolo de la biodiversidad local.
El frágil frailejón, otra planta icónica del páramo, filtra la neblina con sus “pelitos” y provee agua en sequía. Por su importancia ecológica, está prohibido tocarlo o arrancarlo, medida que subraya el compromiso comunitario con la conservación.
La mezcla cultural se refleja en la fusión de la ruana boyacense y la arriería paisa, vestigio de las colonizaciones que asentaron familias de Antioquia y Boyacá a mediados del siglo XIX. Hoy, Murillo celebra ese mestizaje en festivales y ferias donde comuneros exhiben artesanías, música y gastronomía local.
Sus paisajes se completan con cascadas, termales y humedales; sin embargo, el acceso a las termales y al Sifón está cerrado desde hace casi un año por trámites ante Cortolima, lo cual la comunidad espera resolver pronto para reactivar ese atractivo.
El mercado dominical de Murillo reúne productores de papa, fresas, arveja y quesos artesanales en la plaza central, consolidándose como punto de encuentro donde se mantiene viva la tradición rural y se promueve la economía familiar.
Con todos estos atributos, Murillo se consolida como un destino de altura, biodiversidad y cultura viva, que combina la majestuosidad de sus páramos con la calidez de su gente y oficios centenarios.