Esta es la historia de una clase dirigente que se creía a sí misma, y que mientras vejacionaba al pueblo se decía «Todo está bien, todo está bien», pero no asumía que vejacionar al pueblo era vejacionarse a sí misma, porque el daño no era meramente de estratos, sino humano. Esta parodia del cuento del hombre que se lanza de lo alto de un edificio, puede ser la perfecta descripción de una clase pesudo-dirigente que, sin lugar a dudas, calcula erradamente su autodestrucción, a la cual llama empoderamiento, pues cree que aumentar las cifras de ganancia en capital es ganar a plenitud y, causa pérdida, se les debe exponer que el daño que causan a través de todas las formas de criminalidad, con la corrupción a la cabeza, es el detrimento de su propio bienestar, más cuando habitamos un planeta cuya crisis biomaterial está llegando a un punto de no retorno.
¿Que hacer?, en #LaOtraVerdad creemos que la movilización popular crítica y propositiva es la salida, no obstante, y viendo como las personas de camándula y buen decir o buen aparentar, votan por toda serie de faunas que atacan en vez de construir u obstaculizan en vez de aportar, nos decidimos por la oración, para combinar todas las formas de esperanza.
Esperemos que la Santísima Tolerancia haga el milagro de incluir esta petición en las oraciones de todos los credos.
Y dice: “Bendita razón que habitas no sabemos dónde, sal de tu vanidad y alojate en esta humanidad ávida de poder, pero carente de afecto.
Haz que quienes nos regenten no puedan pisotear a quienes los eligen, o cuando menos, a quienes no pueden elegir.
Convierte el voto en un ejercicio de vida y no en un basurero de futuros, perdona a los incautos y deja sin habla a los hechiceros de la democracia, a quienes esperamos saber muertos socialmente, y sin ningún tipo de resurrección, o excarcelación.
Danos hoy y mañana el pan que ha de faltarnos cuando acabemos el planeta.
Protege a los inocentes que vienen a este mundo sin saber porqué ni para qué.
Haznos caer en la tentación de pensar por cuenta propia, y nunca nos libres de la conciencia.
Amén