La condena al expresidente Álvaro Uribe por manipulación de testigos ha desatado un ataque frontal del uribismo a la justicia, poniendo a prueba la cohesión del bloque de centroderecha que busca frenar al petrismo en 2026. Aunque el fallo ha polarizado aún más el panorama político, sectores moderados buscan mantener el proyecto común.
La condena de primera instancia contra el expresidente Álvaro Uribe por fraude procesal y manipulación de testigos no solo ha sacudido el escenario judicial, sino también el político, al activar una ofensiva retórica del uribismo contra el sistema judicial. Senadores y precandidatos de ese sector como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Andrés Guerra han tildado la decisión como una “persecución política”, alimentando la tesis de un supuesto lawfare promovido por el gobierno Petro.
Las declaraciones de figuras como Vicky Dávila, quien vinculó el fallo con el cumpleaños de Hugo Chávez, y de Paloma Valencia, que pidió apoyo de EE. UU. para investigar supuestos chats clave, escalaron el discurso, desmarcándose de cualquier defensa institucional que en otras ocasiones había abanderado el bloque opositor. El uribismo ha cerrado filas en torno a una narrativa de victimización política que también ha servido para cohesionar a sus bases.
Este giro en el discurso confronta directamente la narrativa de otros sectores del centro y la centroderecha, que si bien se oponen al gobierno de Gustavo Petro, han buscado mantener una postura de respeto a las instituciones. La reacción inmediata ha sido prudente entre algunos de estos líderes: Juan Manuel Galán guardó silencio, y Sergio Fajardo, aunque crítico, insistió en que cualquier desacuerdo debe canalizarse por vías legales.
El escenario se complica para la ambición de formar un gran bloque antipetrista de cara a las elecciones de 2026. La tensión entre el discurso radical y el institucionalismo moderado podría romper puentes entre el uribismo y líderes centristas como Fajardo, David Luna o Enrique Peñalosa. No obstante, analistas como Gonzalo Araujo consideran que el interés por derrotar al petrismo será más fuerte que las diferencias en torno al fallo judicial.
Uribe, pese a su condena, sigue promoviendo encuentros para consolidar esa alianza. Hace dos semanas convocó a un foro virtual sobre seguridad en el que participaron varios precandidatos del centro y la derecha. Aunque el momento judicial es adverso, la estrategia del expresidente parece orientada a no perder protagonismo en la coalición opositora.
El precandidato Andrés Guerra, sin embargo, advirtió que la alianza no puede construirse solo desde la derecha. Recalcó que figuras como Fajardo, Alejandro Gaviria y Héctor Olimpo serán necesarias para competir con fuerza. En su visión, el fallo puede convertirse en una oportunidad para aglutinar voluntades si se maneja con pragmatismo político.
Mientras tanto, Claudia López descartó cualquier acercamiento con el uribismo, asegurando que “la manipulación de testigos es el menor de los delitos en los que Uribe está involucrado”. Con posturas encontradas en torno a la justicia y el discurso institucional, la tensión interna dentro del bloque opositor marcará los próximos movimientos hacia 2026.