La paz aún no llega al Cauca, al suroeste de Colombia, pese al cuerdo de paz suscrito hace cinco años. En 2021, hubo 12 masacres de lugareños ahí. A 17 defensores de derechos humanos y 36 exmiembros de la guerrilla los mataron en la provincia, según la ONG colombiana Indepaz. Los periodistas indígenas son particularmente vulnerables pues informar desde el lugar de los hechos mientras las comunidades trabajan para liberarse ya la madre tierra.
La ubicación de Cauca es un corredor ideal para traficantes de cocaína a cannabis. Es el lugar de violentas disputas entre exmiembros de la guerrilla, como las FARC y ELN, paramilitares que realizan actividades ilegales, y corporaciones nacionales e internacionales que quieren establecer hidroeléctricas, minería, tala, ganadería y proyectos azucareros.
Los comunicadores indígenas corren más peligro. Pero pese a los riesgos siguen desarrollando canales de comunicación e informan a los lugareños sobre despojos de tierras, violencia y culturas indígenas. No obstante, los comunicadores indígenas, que en la mayoría de los casos informan en su tiempo libre y usan estaciones de radio locales, no suelen ser reconocidos como periodistas, lo que constituye otro grupo de discriminaciones.
Desde la invasión española en 1492, actores legales e ilegales tratan de despojar las tierras de comunidades indígenas mientras los nativos se resisten. En 2009, la Corte Constitucional de Colombia dijo que los indígenas enfrentan exterminación, pero 12 años después, las muertes continúan.
Informes desde el corazón de la lucha
Los reporteros indígenas, en su mayoría voluntarios, enfrentan los peligros con sus informes de luchas sociales que buscan «liberar a la madre tierra».
Liberar a la madre tierra significa recuperar las reservas indígenas, la propiedad colectiva indígena y defender la tierra de sus ancestros, en armonía con la madre tierra, según el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), organización social que agrupa a varios pueblos indígenas de Cauca. Para los comunicadores, informar desde el corazón de estos procesos de liberación es fundamental pues la tierra está vinculada a sus raíces.
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John Miller, comunicador indígena de la estación de radio Renacer Kokonuco, dice que su trabajo es importante para informar a la comunidad con noticias locales y darlas a conocer a nivel nacional e internacional, y aumentar el conocimiento sobre comida y música indígena.
Por sui parte, Eldemir Dagua, otro comunicador indígena de Cauca, dijo: «Son muchos los riesgos que enfrentamos, sobre todo porque nuestro trabajo denuncia y moviliza gente para acompañar a las mingas, trabajo comunitario y asambleas». En Colombia, las mingas son la manera en que la gente apoya causas sociales colectivamente.
Según los comunicadores, a las empresas, con actividades legales o ilegales, no les gusta su trabajo pues exponen lo que ocurre en su provincia, como muertes, desplazamientos y despojos. No muchos periodistas tradicionales visitan estos territorios por temor a su seguridad, falta de presupuesto o desinterés.
Yamilk Sánchez, comunicador indígena de la nación Totoro, afirma que su trabajo implica riesgos porque están comprometidos con los derechos humanos. Por esta razón, a veces reciben amenazas contra la comunidad en su conjunto. el 22 de septiembre, Ilia Pilcué, la anciana indígena y autoridad ancestral, fue la última víctima en Jambalo, Cauca.
Informan desde territorios sin saber qué podría ocurrir cada vez que salen. Los peligros son tan grandes como su compromiso con el pueblo y la verdad. Aunque los maten, sus parientes enfrentan otros problemas: su reconocimiento público como comunicadores, no solamente como miembros de la comunidad, y para encontrar justicia por sus asesinatos.
Periodistas no reconocidos
La hostilidad contra los comunicadores indígenas también se expresa como discriminación social. Fabiola León, de Reporteros sin Fronteras, dijo: «El primer riesgo está está en el concepto de ser periodista, Este país lo pasó mal para entender que los comunicadores comunican y ejercen su derecho a la libertad de información. La gente no sabe qué significa informar desde el interior y los comunicadores no están legitimados. Eso los pone en riesgo”.
También dice que hay jerarquías entre los trabajadores de los medios. Los reporteros indígenas, por no haber estudiado periodismo y por estar en comunidades rurales, informando sobre luchas sociales, y no siempre se les valida como periodistas. Entonces, los “indígenas ponen una luz en Cauca con sus canales de comunicación propios”, agregó León.
Adriana Hurtado, representante legal de la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper) explica que sus investigaciones penales a veces no consideran a los comunicadores indígenas como periodistas, a pesar de que informan desde el terreno, sino como miembros de comunidades que tratan de liberar a la Madre Tierra. Como resultado, no se les }considera reporteros locales muertos al hacer su trabajo.
Angela Caro, abogada de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) dice que “en las investigaciones de las autoridades no siempre relacionan la agresión con la actividad de los periodistas. No se considera una hipótesis en la investigación. Es porque su falta de conocimiento de los peligros en el orden público en provincias como Cauca, donde los riesgos relacionados con el trabajo aumentan».
Cauca no ofrece seguridad pero no impide que los comunicadores indígenas informen. En su reciente asamblea, CRIC reconoció la importancia de la comunicación indígena, o comunicación propia. En una declaración de agosto de 2021, CRIC escribe:
«El comunicador indígena aporta en la defensa de la madre tierra, la revitalización de los saberes y prácticas culturales, el empoderamiento político-organizativo con claridad, conciencia y determinación. El proceso de comunicación es en sí, un espacio de formación que desde siempre ha fortalecido las diferentes dinámicas territoriales del movimiento indígena».
Los reporteros de las naciones originarias son esenciales para la lucha histórica por la tierra ancestral. Lo grupos armados saben quiénes son, y esto los expone a los mayores riesgos. “Nos dijeron que dejáramos de informar, pero seguiremos en resistencia de la CRIC con nuestra comunicación indígena», dice Yamilk Sánchez.