Asoprado alerta sobre tasas desproporcionadas impuestas por Cortolima, que podrían llevar a la quiebra a los productores y afectar la seguridad alimentaria en la región.
Los agricultores de Prado, Tolima, agrupados en la Asociación de Productores de Arroz de Prado (Asoprado), manifestaron su preocupación por los elevados cobros de tasas de uso de agua impuestos por la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), los cuales consideran desproporcionados y perjudiciales para el sector.
Según Asoprado, los productores deben enfrentar cobros trimestrales de $600 millones y anuales de $2.400 millones, montos que superan ampliamente su capacidad económica. La organización advirtió que, de mantenerse esta situación, se pone en riesgo no solo la sostenibilidad del distrito de riego y la asociación gremial, sino la continuidad misma de la actividad arrocera en el municipio.
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Además de los altos costos, la asociación denunció que Cortolima ha implementado medidas arbitrarias, como sanciones por “captación ilegal de aguas” y la imposición de una concesión que obliga a los campesinos a asumir responsabilidades económicas desproporcionadas.
Uno de los principales reclamos de Asoprado es el cobro de la tasa de uso de agua, ya que argumentan que el recurso que utilizan proviene directamente de la turbina 4 de la central hidroeléctrica y no retorna a fuentes naturales, lo que, según ellos, no debería generar costos tan elevados.
Los arroceros señalaron que esta situación afecta gravemente la economía campesina, poniendo en riesgo el empleo y la producción agrícola en Prado. Afirmaron que, de no tomarse medidas urgentes, la desaparición del sector arrocero en la región sería inminente.
Ante este panorama, Asoprado exigió una respuesta inmediata del Gobierno Nacional y Departamental, así como la revisión de estas tarifas por parte de Cortolima. Los campesinos instaron a las autoridades a tomar medidas que garanticen la viabilidad del sector y eviten el colapso de la producción arrocera en Prado.
Mientras esperan soluciones, los productores continúan en incertidumbre, enfrentando un panorama que amenaza su sustento, la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola del Tolima.