Pasos de animal grande se percibe dicen algunos analistas políticos y líderes de opinión de Ibagué, por el actual proceso de revocatoria que se vienen adelantando en contra del actual mandatario local de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, desde hace pocos meses por el Comité de Revocatoria ” Salvemos a Ibagué”.
Aunque no hay precedentes sobre un proceso de revocatoria que tuviera tanta fuerza en la historia política de la ciudad de Ibagué, lo cierto es que con el actual alcalde Andrés Hurtado sería posiblemente la excepción debido a las ya 30.000 firmas recogidas presuntamente por parte del Comité de Revocatoria.
“Se necesitan 14.254 firmas válidas. En la verificación que venimos haciendo tan solo el 18% no son válidas. Es decir, de cada 100 firmas 18 no sirven por no estar en el censo electoral de Ibagué o por ser nombres que no coinciden”, expresó Joaquin Acosta.
Incluso, agregó Acosta que de las 30 mil firmas recogidas hoy en día contamos con 24.600 válidas. Y esperamos al término de julio entregar más de 50 mil firmas a la Registraduría.
Estas firmas tienen el propósito de avalar lo que en algún momento este Comité de Revocatoria consignó en un documento dirigido a la opinión donde expresó por qué busca revocar al mandatario por su presunta mala gestión, planeación y ejecución de proyectos de gran impacto en la ciudad, teniendo en cuenta que los actuales son los que dejó la administración pasada y que por definición la actual debe terminarlos.
Se sabe con seguridad que Hurtado actualmente tiene un proceso por el caso de los Piques Ilegales que se habrían dado en el Aeropuerto Perales de Ibagué cuando fue gerente de este, y aunque el Gobernador del Tolima, Ricardo Orozco, salió en su momento a defender al mandatario expresando que lo único que había que revocar en Ibagué era el oportunismo, esto ha sido un bálsamo paliativo para quienes ven desde sus barrios los efectos de la pandemia y la poca efectividad del gobierno local.
A esto se suma también, los efectos de la confianza del consumidor quienes improvisan con el poco dinero que consiguen; la escasez en la fuentes de empleo para poder satisfacer las necesidades básicas y un sector importante de la población que tiene hambre, por la poca capacidad de poder adquisitivo en la compra de productos de la canasta familiar.