En audiencia de reconocimiento ante la JEP en Medellín, el exintegrante del Ejército César Andrés Daza confesó su responsabilidad en el asesinato y desaparición forzada de Luz Stelly Morales Arias, una joven de 16 años, en hechos ocurridos en Granada, Antioquia. El compareciente pidió perdón a su familia, que continúa en búsqueda de la menor.
En un momento cargado de tensión y silencio profundo, César Andrés Daza, exintegrante del Batallón de Artillería ‘Jorge Eduardo Sánchez’ (BAJES), compareció ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para reconocer su participación en uno de los tantos crímenes que marcaron los años más oscuros del conflicto armado colombiano.
Daza, visiblemente afectado, cerró los ojos, bajó la cabeza y se refugió en sus pensamientos tras entregar su testimonio. Durante su intervención, confesó que ordenó la detención, el asesinato y la desaparición de Luz Stelly Morales Arias, una adolescente de tan solo 16 años que vivía en la vereda El Morro del municipio de Granada, Antioquia.
En medio de la audiencia celebrada en Medellín, el compareciente explicó cómo coordinó la simulación de un combate armado para justificar la muerte de la joven como si se tratara de una baja en combate. Incluso reveló que se implantó un revólver junto al cuerpo de la víctima para reforzar el montaje.
“Esto que hicimos no fue un error, fue un crimen. Le pido perdón a la familia de Luz Stelly porque sé que nunca encontrarán consuelo frente a un hecho tan atroz. Si a mí me duele hoy, no imagino el dolor que han cargado ustedes todo este tiempo”, expresó Daza mirando al auditorio donde estaban presentes la madre y hermanas de la menor.
La familia, aún sin conocer el paradero de Luz Stelly, escuchó en silencio cada palabra. Aunque el compareciente les pidió perdón, ninguna de ellas se pronunció al finalizar la diligencia. Solo hubo silencio, un silencio que dice más que mil palabras en una búsqueda que no cesa.
El magistrado Carlos Alberto Suárez, quien presidía la audiencia, decretó un receso tras el testimonio. La jornada formó parte del proceso de aporte de verdad plena en el marco del macrocaso que investiga los llamados “falsos positivos” cometidos por miembros de la fuerza pública.
La confesión de Daza se suma a la larga lista de relatos que buscan esclarecer la verdad y reparar el dolor causado por las ejecuciones extrajudiciales, que en este caso tuvo como víctima a una adolescente, truncando sus sueños y arrebatándola de su hogar.
Este proceso ante la JEP, aunque doloroso, representa un paso más en la construcción de memoria, justicia y reconciliación para miles de familias víctimas del conflicto, como la de Luz Stelly, que aún claman por verdad y dignidad.