El Conservatorio de Música del Tolima, patrimonio cultural de Colombia, impulsa una revolución educativa, artística y social bajo la dirección del rector James Enrique Fernández. Su impacto se extiende desde la formación musical hasta proyectos de paz y transformación social que posicionan a Ibagué como epicentro cultural del país.
Ibagué, la capital musical de Colombia, continúa reafirmando su identidad a través del Conservatorio de Música del Tolima, una institución pública que ha renacido como símbolo de arte, educación y cultura. En la última década, el Conservatorio ha logrado consolidarse como una de las principales escuelas de formación musical del país, gracias al liderazgo del rector James Enrique Fernández Córdoba, un pianista y abogado samario que asumió la dirección en 2013 con la misión de afinar las cuerdas del talento tolimense.
Desde su llegada, Fernández ha transformado profundamente la institución, elevándola a un nuevo nivel de reconocimiento nacional e internacional. “En 2013 teníamos menos de 200 estudiantes en educación superior; hoy superamos los 700, y con los procesos de extensión llegamos a casi 1.000”, afirmó. Este crecimiento refleja el impacto de un modelo educativo que combina rigor académico, inclusión social y amor por la música.
El avance no solo se refleja en el número de estudiantes, sino también en los recursos. El presupuesto del Conservatorio pasó de $900 millones a más de $4.000 millones, destinando más del 60% al fortalecimiento docente. De 26 profesores que tenía hace una década, hoy cuenta con cerca de 100, distribuidos en programas de pregrado, postgrado y tecnología en fabricación de instrumentos, un programa único en el país.
Uno de los hitos más destacados ha sido el convenio con la Fundación Salvi y la ciudad italiana de Cremona, cuna de los violines Stradivarius. Gracias a esta alianza, los estudiantes pueden realizar cursos de perfeccionamiento en Italia y recibir la visita de maestros extranjeros. “Este intercambio cultural nos conecta con la excelencia mundial”, explicó el rector.
El proceso de internacionalización se ha extendido también a convenios con los conservatorios de Perulla, Cesena y Bolonia, donde alguna vez estudió Mozart. Estas alianzas permiten que profesores y estudiantes colombianos participen en eventos de alto nivel, como el Festival Internacional de Piano y el Festival de Música de Cartagena, dejando en alto el nombre del Tolima.
Sin embargo, el impacto del Conservatorio va más allá de las aulas. La institución lidera proyectos de transformación social en ocho municipios del departamento, articulando la educación artística con los grados 10° y 11° para facilitar el ingreso a la educación superior. De este modo, los jóvenes pueden homologar sus primeros semestres universitarios desde el colegio, acercando la música a los territorios rurales.
El reto ahora es llegar a las 212 sedes públicas de Ibagué antes de 2027, extendiendo la formación artística a todas las edades. Paralelamente, el Conservatorio trabaja en un proyecto de ley que busca incluir la educación artística obligatoria desde la primaria en todo el país. “Queremos que cada colegio escoja entre música, danza o artes plásticas, pero que todas las instituciones promuevan el arte como parte de su esencia formativa”, sostuvo Fernández.
Esta visión apunta a construir una Colombia donde la música y las artes sean pilares del desarrollo humano. Por eso, el Conservatorio no solo forma músicos, sino también ciudadanos comprometidos con la cultura, la paz y la sostenibilidad. Un ejemplo de ello es el programa de inmersión cultural que beneficiará próximamente a 33 víctimas del conflicto armado, quienes viajarán a Europa en un intercambio orientado al arte y el turismo cultural.
“Con esta experiencia buscamos que las víctimas comprendan cómo el arte puede ser una herramienta para reconstruir la vida y promover el turismo desde las industrias culturales”, explicó el rector. Este proyecto, desarrollado junto a la Gobernación del Tolima, combina formación, reconciliación y desarrollo sostenible.
Así, el Conservatorio de Música del Tolima no solo resuena en las aulas, sino también en los corazones de miles de jóvenes que ven en la música una oportunidad de futuro. Con más de 45 años de historia, la institución se erige como la joya cultural que hace vibrar a Ibagué y como un faro para la educación artística en Colombia.