En entrevista exclusiva con LAOTRAVERDAD.CO, el Maestro Darío Nova, artista plástico tolimense y sobreviviente de Armero, narró el sentido de su obra en la exposición Cuatro Artistas contra el Olvido, donde el recuerdo de la tragedia y la memoria colectiva se transforman en arte, resistencia y esperanza.
En un diálogo íntimo y profundamente emotivo con LAOTRAVERDAD.CO, el Maestro Darío Nova, artista plástico nacido en Armero, compartió la carga emocional que sostiene cada una de sus obras dedicadas a la memoria de la tragedia de 1985. Con voz serena pero firme, recordó que su infancia y juventud transcurrieron en ese territorio que, hasta el último día, fue su casa. Allí, dijo, “hay un sentimiento muy grande por toda esta historia, porque es mi historia”, motivo que lo impulsa a seguir creando desde el duelo, la memoria y la resistencia cultural.
Nova explicó que actualmente participa en la exposición Cuatro Artistas contra el Olvido, junto a Viviana Cervantes, Mónica Zarate, Arcadio González y Francisco González. En este espacio presenta una serie de tintas chinas caracterizadas por trazos rápidos y expresivos, que narran historias reales contadas por sobrevivientes o transmitidas por familiares que vivieron el horror de aquella noche. Una de estas obras, titulada Mamá entre la ropa, recoge un episodio que lo marcó profundamente por el simbolismo y el poder de la palabra.
La historia relata cómo, en una finca de la Hacienda El Puente, un niño advirtió a su madre que recogiera la ropa porque la cequia podría crecer y llevársela. La mujer, cansada y con el ánimo golpeado, respondió impulsivamente: “Ojalá se venga una bombada y se lleve todo”, dijo esas palabras alrededor de las seis de la tarde, pero luego horas después, la tragedia arrasó con sus vidas. “Esa frase siempre me ha quedado sonando”, expresó el artista, destacando cómo las palabras se convierten, con el tiempo, en ecos que parecen anticipar el destino de un pueblo entero.
Otra de sus obras recoge el relato de dos hermanos que, en medio de la avalancha, se reencontraron llamándose en la oscuridad. Ambos describieron un círculo de fuego que veían desde perspectivas opuestas: uno decía que las llamas entraban hacia adentro, y el otro aseguraba que avanzaban hacia afuera. Esa imagen dual y poderosa, explicó Novoa, le permitió representar la fractura entre la vida y la muerte, entre lo que desaparece y lo que permanece, entre el horror y la persistencia de la memoria.
La exposición también incluye una pieza contemporánea basada en una fotografía aérea de Armero, intervenida con códigos QR que redirigen a lugares y relatos específicos del municipio. Esta propuesta, detalló el artista, busca conectar la historia con las nuevas tecnologías y permitir que cada espectador recorra, desde múltiples dimensiones, la geografía emocional que dejó la tragedia. “Es una obra que invita a caminar por la memoria y a escuchar lo que el territorio aún quiere decir”, sostuvo.
Entre sus trabajos más recientes se encuentra Éxodo, una obra inspirada en imágenes reales del día después de la tragedia. Novoa recrea a los sobrevivientes cruzando el barro, el fuego y el desconcierto, mientras una mujer mira hacia atrás, con dolor, pero al mismo tiempo pisa un suelo donde vuelve a brotar la vida. Esa figura simboliza, según el artista, la esperanza persistente: una mirada fuerte, golpeada, pero inquebrantable, que avanza sin dudar y reafirma que la memoria también puede ser semilla de futuro.
El Maestro Nova destacó que su trabajo artístico se complementa con su labor educativa y turística en el Centro de Visitantes de Armero, donde se narran los hechos ocurridos y se acompaña a quienes buscan comprender lo que significó la desaparición de una ciudad entera. Desde allí, dijo, se promueve la preservación de la memoria colectiva, un ejercicio que considera fundamental para honrar a las víctimas y mantener vivo el legado de quienes nunca regresaron.
Para Nova, Armero se convierte en una metáfora del país: un territorio atravesado por tragedias reiteradas, violencias silenciosas y heridas que se intentan cerrar una y otra vez. “Armero es una parábola de la historia de Colombia”, afirmó. En su visión, el país convive con tragedias cotidianas, pequeñas y grandes, pero también encuentra en su gente una capacidad admirable para sobrevivir, reconstruirse y seguir adelante pese a las dificultades.
El artista insistió en que el arte tiene el poder de transformar el dolor en reflexión, y la memoria en un camino hacia la sanación colectiva. Su obra, dijo, no solo intenta representar lo ocurrido, sino también cuestionar la indiferencia y la desmemoria. Cada tinta, cada trazo y cada gesto busca recordar que Armero no es un episodio distante, sino una advertencia viva sobre la fragilidad humana y la importancia de cuidar la vida y el territorio.
Finalmente, Nova expresó su deseo de que algún día las tragedias no sigan marcando la historia de Colombia. Sueña con un país donde la armonía y el respeto por la vida sean la regla, y no la excepción. Mientras tanto, continuará persistiendo en la memoria, contando las historias que otros callan y transformando el dolor en una obra que resista al olvido. “La esperanza es que algún día podamos vivir como corresponde”, afirmó con una convicción que trasciende el lienzo y se arraiga en la vida.





