El Departamento de Estado estadounidense cuestionó el acuerdo firmado por el gobierno Petro con China, advirtiendo sobre riesgos económicos, pérdida de soberanía y un posible distanciamiento entre Colombia y sus aliados tradicionales en la región.
Una fuerte reacción provocó en Washington la decisión del gobierno colombiano de adherirse al proyecto chino conocido como la Ruta de la Seda. El Departamento de Estado de los Estados Unidos calificó el acuerdo como “contraproducente y decepcionante”, según reveló el diario El Tiempo, tras consultar a un portavoz oficial.
“El memorando no resolverá el déficit comercial de Colombia con China, que asciende a 13 mil millones de dólares”, dijo el portavoz, quien también advirtió que dicha alianza podría exponer al país a las “acciones malignas” del gobierno chino, entre ellas, la trampa de deuda y la disminución de la soberanía nacional.
La firma del memorando con China es interpretada por la diplomacia estadounidense como un giro en la política exterior del presidente Gustavo Petro, quien ha buscado acercamientos con potencias emergentes como Rusia, Irán y, en este caso, el gigante asiático.
El Departamento de Estado advirtió que Petro “aleja aún más a Colombia de sus socios tradicionales en América Latina”, lo que podría tener consecuencias directas en áreas sensibles como la cooperación antinarcóticos, de la cual dependen millonarios recursos de cooperación.
A pesar de que Estados Unidos y China vienen desescalando su guerra comercial, Washington mantiene un claro interés en conservar su influencia en América Latina, un territorio estratégico donde busca limitar la expansión geopolítica de Pekín.
La adhesión a la Ruta de la Seda implica un memorando de entendimiento, sin compromisos presupuestales ni tratados vinculantes. Sin embargo, sí establece un marco de cooperación en temas como infraestructura, transporte, comercio, educación y desarrollo sostenible.
Colombia se une así a la mayoría de países de América Latina que han firmado este acuerdo, con excepción de México y Brasil. Este último, sin embargo, mantiene una relación comercial estrecha con China a través de otros mecanismos bilaterales.
Desde el gobierno colombiano se ha explicado que el acuerdo no representa subordinación política ni condicionamientos económicos, sino una puerta abierta a nuevas oportunidades de inversión y cooperación tecnológica en el marco de un mundo multipolar.
La oposición colombiana, sin embargo, ha usado las críticas de Estados Unidos como argumento para advertir sobre los riesgos de abandonar el histórico vínculo con Washington, especialmente en un contexto de crisis fiscal, desempleo y presión internacional por los cultivos ilícitos.
La controversia podría escalar en las próximas semanas, sobre todo si el Congreso estadounidense considera la decisión como un obstáculo para mantener el estatus de Colombia como “aliado estratégico” en la región. Las implicaciones diplomáticas, económicas y de seguridad aún están por verse.