Por: Camilo Sierra.
Licenciado en Lengua Castellana. – Mg. en Educación
Universidad del Tolima.
La segunda década del siglo XXI en Colombia se ha visto marcada por el fortalecimiento del discurso neoliberal predominado por microdogmatismos, esto es, el establecimiento de pactos silenciosos para evitar la discusión filosófica e ideológica de asuntos realmente importantes como propuestas políticas en la educación o el devenir histórico del sujeto. Este escrito cuestiona la masificación del discurso de la no violencia, impulsada por el fascismo renovado en los rostros actuales de la derecha en Colombia
En ese orden, concebir la escuela como el territorio de la universalidad de los saberes, implica defenderla de las intenciones corporativas que han asumido los empresarios desde hace cincuenta años. Sin embargo, la comunidad educadora, se ha visto permeada por el discurso de la no violencia, pero ¿Cuál violencia? La que afecta los intereses de los poderosos en Colombia. Las marchas, los plantones, los pupitrazos, además de comunicarle a la sociedad las inconformidades, pretenden presionar al gobierno de turno para que cumpla con las justas exigencias de la educación. Por ello, es inconcebible plantear una acción de hecho que no altere el orden diario.
Continuando con lo anterior, Omar Calabrese mencionaba en su libro La Era Noebarroca, que el sistema tiene unos límites que actúan como goma elástica que puede alongarse y también romperse. Al lograr la ruptura, se podrían crear otros sistemas u otras realidades. Pero el mismo sistema ha logrado crear sujetos excéntricos que juegan en los límites de esa goma elástica sin romperla, es decir, se salen del margen del orden, continuando en el sistema. Es así como el discurso de la no violencia se configura como una estrategia de silenciamiento progresivo al movimiento social.
Ahora bien, como estas conductas de jugar en el límite de la goma elástica sin romperla han sido ampliamente aceptadas, aquellos que logran romperla, son criminalizados por los mismos integrantes de la comunidad educativa. Olvidando que la autonomía, el cogobierno, la financiación estatal, la investigación, las garantías laborales –que están siendo arrebatadas VIOLENTAMENTE– fueron logros de exitosos paros nacional y también de propuestas políticas serias que se construyeron al interior del movimiento social y popular.
En esa órbita, la escuela no puede seguir siendo concebida como una fábrica de diplomas o de máquinas cognitivas. La escuela contempla la lucha contra el neocolonialismo, contra el fascismo, contra la cosificación de la condición humana. Estimados lectores, recuerden ustedes, que en “Nuestra América” y en todo el mundo, los derechos no se mendigan, no se regalan: se exigen. Los poderosos jamás comprenderán el sufrimiento ni las dificultades por las que pasan las familias, al contrario, ahondarán más, agudizarán más el dolor y la pobreza.
De modo que el capitalismo, a través de corporaciones económicas internacionales y gobiernos nacionales ha logrado estructurar curricularmente la escuela para cohibir el pensamiento crítico y así evitar discursos alternativos que alteren el orden establecido; el capitalismo ha logrado incorporar la servidumbre voluntaria, el falso respeto a la divergencia, lo que se denomina como microdogmatismos; el capitalismo ha logrado ganar terreno en la investigación social a través de espesas producciones que promueven la peligrosa neutralidad: el capitalismo ha logrado desmovilizar a la sociedad de las luchas sociales.
Para finalizar, se reitera la emergencia del hombre nuevo, la reconfiguración del ethos pedagógico y la formación filosófica del educador-educando; se sugiere la reconsideración de la táctica para exigir el buen vivir. Mientras los aparatos mediáticos del estado continúan legitimando el discurso de la no violencia, están ocultando las violentas medidas contra los pobres en Colombia (profesores, estudiantes, trabajadores, desempleados, campesinos, jóvenes, niños, familias). Los pocos “beneficios” que se conservan fueron logrados por luchas sociales anteriores que alteraron el orden, que rompieron la goma, que fragmentaron la frontera, la educación gratuita en varios países, se logró a través de paros nacionales, sacrificando un semestre de educación y no la educación en un semestre.