Entre los meses de marzo y mayo, las calles, parques y zonas rurales de la ciudad se visten de tonalidades rosa, blanco, lila y morado gracias a estas hermosas flores. Este fenómeno no solo atrae la atención de los amantes de la naturaleza, sino que crea un paisaje impresionante que parece sacado de un sueño.
Los ocobos, árboles nativos de la región, han conquistado el corazón de los ibaguereños con su exuberancia y belleza. Cada rincón de la ciudad se ve engalanado por la presencia de estos majestuosos árboles, cuyas flores despiertan el asombro y la admiración de propios y visitantes. Pero, ¿cuál es la historia detrás de este fenómeno?
Según relata el ingeniero forestal Fernando Díaz, todo comenzó en el año 1940 cuando un grupo de mujeres, autodenominadas las “Damas Rosadas”, emprendieron un viaje a la localidad de Armero. Fue durante esa expedición que quedaron cautivadas por un árbol rosado de gran tamaño. Con la convicción de que Ibagué necesitaba la presencia de estos árboles, las “Damas Rosadas” llevaron las semillas de los ocobos y las sembraron en la ciudad.
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Desde entonces, estas mujeres se convirtieron en guardianas de los ocobos, dedicando años de cuidado y protección a estos árboles que se han convertido en un símbolo de la ciudad. A lo largo de los años, la importancia de los ocobos ha ido en aumento. En el año 2000, durante la alcaldía de Carmen Inés Cruz, se emitió el Decreto No. 00569, mediante el cual se estableció oficialmente al ocobo como el árbol insignia de Ibagué.
Pero, ¿qué hace tan especiales a los ocobos? Estos árboles tropicales poseen una particularidad única: pierden sus hojas antes de florecer. Esto les otorga una apariencia distintiva y permite que su despliegue de flores sea aún más impactante. Los ocobos florecen dos veces al año, coincidiendo con el final de la temporada de lluvias en Ibagué. Durante los meses de enero, febrero y parte de marzo, así como en julio, agosto y septiembre, los ocobos embellecen la ciudad con sus coloridas flores.
Además de su atractivo visual, los ocobos poseen otros aspectos interesantes. Su madera fina es apreciada en la construcción y la ebanistería, y se cultivan como plantas ornamentales en diversos espacios de la ciudad. Por otro lado, la decocción de sus hojas y flores se utiliza como antídoto contra mordeduras de serpientes, lo cual demuestra la riqueza y diversidad de usos que estos árboles ofrecen.
La preservación y el cuidado de los ocobos son fundamentales para mantener viva esta joya natural de Ibagué. Conscientes de su importancia, desde el año 2005 se celebra anualmente el Día de los Ocobos los días 16 de marzo y 16 de septiembre. Durante estas fechas, se llevan a cabo siembras masivas de ocobos en diferentes partes de la ciudad como una forma de honrar y preservar esta valiosa especie.
Finalmente, en definitiva, los ocobos han conquistado el corazón de Ibagué y se han convertido en un emblema de la ciudad. Su deslumbrante espectáculo de flores y su historia arraigada en la comunidad ibaguereña los convierten en un tesoro natural que merece ser valorado y protegido. El esplendor de los ocobos nos recuerda la belleza que nos regala la naturaleza y nos invita a contemplar y cuidar el entorno que nos rodea.