El emblemático loro orejiamarillo, especie en peligro de extinción, encuentra refugio en las montañas del Tolima. La conservación de su hábitat y la protección de la palma de cera son claves para garantizar su supervivencia.
El loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis) es una de las aves más representativas de Colombia y también una de las más amenazadas. Su plumaje verde con distintivas manchas amarillas cerca de las orejas le da su nombre característico. Aunque alguna vez habitó amplias zonas de los Andes, hoy su población es escasa y está restringida a pequeños fragmentos de bosque, entre ellos, los de las zonas altas del Tolima.
En este departamento andino, especialmente en municipios como Roncesvalles y Cajamarca, sobreviven poblaciones de esta especie gracias a la existencia de ecosistemas clave como los bosques de niebla y, sobre todo, la presencia de la palma de cera (Ceroxylon), árbol que es vital para la vida del loro. Allí, el ave encuentra alimento, refugio y espacio para anidar, lo que convierte a estas áreas en bastiones fundamentales para su conservación.
Sin embargo, el avance de la deforestación, la ganadería extensiva y el uso indiscriminado de la palma de cera —particularmente en celebraciones religiosas como el Domingo de Ramos— han puesto en riesgo su hábitat. Esta pérdida ha provocado una reducción alarmante de su población, al punto de que se llegó a considerar extinta en algunas zonas hace algunas décadas.
Ante esta crisis ambiental, diversas organizaciones como la Fundación ProAves, junto con comunidades campesinas locales, han impulsado proyectos de conservación en el Tolima. Estas iniciativas incluyen campañas de educación ambiental, monitoreo de nidos, restauración de hábitats y acuerdos de conservación con propietarios de predios donde se encuentran palmas de cera.
Gracias a estos esfuerzos, se ha logrado una recuperación paulatina de la especie en la región. Hoy, varios ejemplares vuelan libremente sobre las montañas tolimenses, un espectáculo que hace apenas unas décadas parecía imposible. Aún así, su situación sigue siendo crítica y requiere atención permanente de autoridades ambientales, ciudadanía y sector educativo.
El loro orejiamarillo no solo representa un emblema de la biodiversidad colombiana, sino que también simboliza la resistencia y capacidad de recuperación de los ecosistemas si se toman las medidas adecuadas. Su presencia en el Tolima se ha convertido en un motor para promover el turismo ecológico y la conciencia ambiental entre los jóvenes.
Asimismo, la protección de esta especie ha fortalecido el sentido de pertenencia de las comunidades rurales frente a su entorno natural. Muchas familias que antes desconocían la importancia del loro, hoy participan activamente en procesos de conservación y replican prácticas sostenibles en sus territorios.
El llamado es a seguir protegiendo no solo al loro orejiamarillo, sino a los bosques andinos del Tolima que aún resisten. La lucha por su conservación es también una lucha por la vida, el agua, el equilibrio climático y la identidad natural del país. Cada palma protegida y cada ave que regresa a volar es una victoria frente al olvido ambiental.