Por: Camilo Andres Guzman - CEO LAOTRAVERDAD.CO
Increiblemente, y a pesar de negarlo varias veces; esta es la priemra vez que debo escribir unas líneas de manera personal, debido a que ya es la última opcion que tengo, defintiviamente y después de tanto pensarlo no puedo encontrar otra opción mas de hacer un llamado URGENTE para ayudar a mi comunidad, ni siquiera es una cuestion personal, es una cuestion comuntaria en la que urge una mano estatal amiga.
En Villa Magdalena barrio dodne vivo desde hace más de 17 años, tenemos un puente que conecta nuestras vidas con el resto de la ciudad está quebrado, literalmente y en sentido figurado. Este puente, que une la comuna 8 con la 6, ha pasado de ser un símbolo de conexión a un riesgo latente para quienes lo cruzan. Desde hace años se viene exigiendo su reparación, y pese a los llamados ciudadanos, derechos de petición y hasta fallos judiciales, la respuesta sigue siendo el silencio.
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El puente no solo está deteriorado; representa una tragedia anunciada. Es el reflejo de una gestión pública desconectada de las necesidades reales de la ciudadanía. La seguridad de cientos de niños, trabajadores y adultos mayores que cruzan cada día está en juego, pero la indiferencia parece ser la respuesta oficial.
La comunidad no pide lujo, solo pide que se garantice lo básico: transitar sin miedo. Cada paso sobre esa estructura desvencijada es un acto de fe, un reto al destino que no deberíamos afrontar.
Durante esta tortuosa lucha, he acudido a todos los medios legales a mi alcance: derechos de petición, acciones de tutela, incluso un incidente de desacato. Cada intento de exigir una solución ha sido infructuoso, enfrentándome a una administración que parece mirar hacia otro lado. La Secretaría de Infraestructura ha respondido con silencio o evasivas, demostrando una lamentable falta de compromiso con el bienestar de los habitantes.
Desde este espacio, hacemos un llamado urgente a las autoridades. No se trata solo de un puente físico, sino de un puente hacia la confianza y el respeto hacia quienes habitan esta ciudad. Si el puente sigue quebrado, no será solo la estructura la que se desplome, sino también la fe en quienes deben velar por nuestro bienestar.