Vecinos de Venadillo, Tolima, reprocharon al representante a la Cámara conservador Gerardo Yepes por no cumplir sus promesas de campaña y por su respaldo recurrente a reformas sociales que contradicen las expectativas locales. Su gestión ha generado descontento e incluso reproches en público.
En un tenso despliegue de descontento, el representante a la Cámara por el Tolima, Gerardo Yepes, fue abucheado por habitantes de Venadillo, quienes lo criticaron con gritos y reproches durante una visita pública. Según los manifestantes, el congresista barretista no ha cumplido con varios de los compromisos que asumió en su campaña para esa población. Los ciudadanos expresaron su frustración por la ausencia de resultados concretos en obras, recursos sociales y apoyo institucional que habían prometido.
El malestar de la comunidad de Venadillo se ha profundizado luego de que varios vecinos recordaran las promesas específicas que Yepes hizo durante su periodo electoral. Los residentes mencionaron proyectos de infraestructura, apoyo al campo y mejoras en servicios que aún no se han materializado. La protesta pública refleja una creciente desconexión entre las expectativas locales y la gestión del representante, que muchos consideran distante de las realidades de su base territorial.
Por otro lado, Yepes ha sido objeto de críticas por su historial parlamentario: ha votado en contra de algunas reformas sociales propuestas por el gobierno nacional, lo que ha generado desencuentros con diferentes vertientes conservadoras del Tolima. Según medios locales, su inclinación ideológica le ha valido el rechazo de sectores que esperaban mayor apertura social o inversiones más concretas para pueblos como Venadillo.
El senador Óscar Barreto, a quien Yepes está fuertemente vinculado políticamente, ha sido parte de la tensión interna del conservatismo tolimense. Yepes representa una corriente barretista, pero sus decisiones parlamentarias no siempre han sido consensuadas ni populares entre todos los seguidores del partido en la región. Estas diferencias ideológicas y estratégicas habrían sido uno de los detonantes del descontento mostrado por la comunidad.
En su defensa, el congresista ha argumentado que algunas promesas de campaña requieren tiempo para concretarse y dependen de recursos y coordinación con entidades del Estado. Sin embargo, para muchos habitantes las explicaciones ya no son suficientes: algunos exigen un plan de acción claro, con cronograma y garantías de ejecución, para reparar lo que consideran una traición electoral. El abucheo evidencia que la paciencia ha alcanzado su límite.
Este episodio no es aislado. Yepes ha protagonizado polémicas anteriores, por ejemplo, su parentesco con personas investigadas por vínculos con disidencias de las FARC, hecho que ha sido reportado por la prensa. Además, ha sido criticado por su negativa a algunas reformas sociales, lo que choca con las demandas de sectores vulnerables de su departamento.
Analistas políticos del Tolima señalan que este tipo de manifestaciones podría afectar seriamente las aspiraciones de Yepes a futuro. El descontento en su propia base podría debilitar su influencia dentro del “barretismo” y poner en riesgo su liderazgo local. Además, el episodio en Venadillo se suma a una narrativa que cuestiona su credibilidad y compromiso con las comunidades más olvidadas.
Mientras tanto, los líderes comunitarios de Venadillo anunciaron que seguirán movilizados hasta que haya respuestas concretas: no solo quieren promesas, sino resultados. Para ellos, el abucheo no fue un acto aislado, sino el inicio de una exigencia persistente. En tanto, Gerardo Yepes se enfrenta a una prueba clave: demostrar con hechos que puede honrar su palabra y reconectar con las bases que lo llevaron al Congreso.






