En una entrevista reciente con el diario El Espectador, el alcalde destacó la supuesta recuperación de la infraestructura deportiva, cultural, educativa, el suministro de agua potable y la movilidad en la ciudad. Sin embargo, Pérez desmonta estas afirmaciones argumentando que no resisten un análisis objetivo.
En primer lugar, se hace mención a la falta de avances en la recuperación de los escenarios deportivos que fueron destruidos durante el escándalo de corrupción relacionado con los Juegos Nacionales de 2015. Algunas instalaciones, como las piscinas de la calle 42, el Coliseo Menor y el Complejo Acuático, aún no han sido recuperadas. Además, las obras inauguradas por Hurtado han sido objeto de cuestionamientos técnicos y de costos por parte de veedurías ciudadanas y la Procuraduría General de la Nación.
En cuanto a la cultura, se menciona el deplorable estado de la “Concha Acústica” y el parque Centenario, evidenciando un deterioro en lugar de mejoras. Se critica la asociación del Festival Folclórico Colombiano con eventos de pachanga, licor y violencia, destacando las riñas callejeras y la falta de verdadero enfoque cultural. También se menciona la apropiación de logros ajenos por parte del alcalde, como la atribución del centro de formación artística al panóptico, proyecto que ha sido desarrollado durante más de 20 años por diversas personas.
En cuanto a la educación, se señala el fracaso en la ejecución de un convenio suscrito en 2016 para intervenir 26 instituciones educativas en conjunto con el Ministerio de Educación y el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE). La Procuraduría General de la Nación ha afirmado que Ibagué tiene el mayor número de proyectos sin terminar, lo que afecta el derecho a la educación de los niños y niñas. Se reconoce el esfuerzo en la capacitación de docentes, pero se destaca la deficiencia en la calidad de la oferta educativa pública.
En relación al suministro de agua potable, se evidencia que más de 100.000 habitantes de Ibagué reciben agua solo una hora al día, y algunas familias se ven obligadas a cocinar con agua de piscinas. El tratamiento adecuado de las aguas residuales es insuficiente, y existe una alta cantidad de acueductos comunitarios debido a la falta de respuesta satisfactoria por parte de la empresa de acueducto y alcantarillado. Se cuestiona la falta de solución al problema del acueducto complementario, una demanda que lleva más de 20 años sin respuesta.
En cuanto a la movilidad, se critica la falta de una verdadera modernización de los principales corredores viales de la ciudad, citando el estado de la malla vial y la necesidad de jóvenes desempleados para controlar el tráfico a cambio de monedas. También se menciona la falta de soluciones efectivas para los huecos en las calles.
Finalmente, Guillermo Pérez concluye que el alcalde Hurtado vive en una realidad paralela, con altos niveles de desaprobación ciudadana a pesar del gasto en publicidad. Se resalta su obsesión por la imagen y la reelección, mientras se omiten temas importantes como el desempleo, la informalidad, la pobreza y la inseguridad en la ciudad. Además, se hacen referencias a cuestionamientos éticos y a la politización de su administración.