En las montañas de Cajamarca, Tolima, campesinos y organizaciones locales se unieron en la “Arracachatón 2.0”, una jornada de economía solidaria que exaltó la cultura campesina y la defensa de la soberanía alimentaria. El evento se convirtió en un símbolo de resistencia rural.
Cajamarca, Tolima. Con sabor a tierra, música y esfuerzo campesino, el municipio de Cajamarca vivió la “Arracachatón 2.0”, una jornada que reunió a productores rurales, organizaciones sociales y medios comunitarios en torno a la comercialización y promoción de la arracacha, producto insignia del territorio. Más allá de un evento agrícola, se trató de una celebración del campo y su fuerza colectiva.
Desde las primeras horas de la mañana, campesinos de asociaciones como Asoarracachos llegaron con bultos de arracacha, café, cacao, tomate, plátano y naranja, junto a recetas tradicionales heredadas de sus abuelos. Lo que empezó como una venta solidaria se transformó en un acto de resistencia cultural y económica frente a las dificultades que atraviesa el sector rural.
Entre los asistentes se sintió el orgullo de quienes madrugan bajo la lluvia y cargan al hombro lo que alimenta al país. “No se trata solo de vender, sino de dignificar la vida campesina”, expresaron los organizadores, recordando que la Arracachatón simboliza el esfuerzo de quienes, desde las montañas, defienden la soberanía alimentaria y la identidad tolimense.
El ambiente estuvo cargado de música campesina, danza y sabores locales. El aroma a arracacha cocida se mezcló con la energía de la comunidad, que convirtió el evento en una verdadera fiesta popular. Cada plato servido y cada conversación se sintió como una reafirmación de la importancia del trabajo rural.
La “Arracachatón 2.0” no solo impulsó la economía solidaria, sino también la conciencia colectiva. En palabras de los productores, “el campo no se rinde, el campo se organiza”, lema que resume la esencia del encuentro y la voluntad de mantener viva la tradición agrícola, pese a las adversidades del mercado y la falta de apoyo estatal.
El colectivo Sentipensante TV, reconocido por su labor de comunicación rural, acompañó el evento con cámaras, micrófonos y corazón. Sus integrantes registraron los testimonios de campesinos y campesinas que, con orgullo, mostraron cómo la unión comunitaria puede transformar la realidad del territorio.
En Cajamarca, donde la arracacha ha sido símbolo de identidad y sustento, esta jornada reafirmó que el alimento también puede ser un acto político y una herramienta de transformación. Cada raíz vendida fue una historia contada, una resistencia sembrada y una esperanza compartida.
La “Arracachatón 2.0” dejó una lección clara: el dinero no se come, pero la arracacha sí. Con este mensaje, las comunidades reafirmaron su compromiso con la tierra, la economía campesina y la defensa de una Colombia rural más justa y solidaria.