La Fábrica de Licores del Tolima, ícono de la tradición y el sabor de la región, se enfrenta a una crisis sin precedentes que amenaza su existencia. Factores como la apertura de fronteras, estrategias de publicidad fallidas y una caída drástica en las ventas han creado un panorama financiero desolador.
Durante el 2023, las ventas de la factoría experimentaron una dramática disminución, alcanzando solo las 800,367 botellas, lo que representa un preocupante 42% menos en comparación con el año anterior, y quedando incluso por debajo de las cifras registradas en el 2020, primer año de la pandemia.
El panorama se agrava con la llegada del Aguardiente Amarillo de Caldas, que ha ganado terreno en las preferencias del consumidor, y la autorización otorgada por el exgobernador Ricardo Orozco para que empresas de otras regiones comercialicen sus productos en el Tolima.
Ante este escenario crítico, la gobernadora Adriana Magali Matiz ha señalado la urgencia de implementar medidas clave para la supervivencia de la factoría. La austeridad en el gasto se presenta como un primer paso esencial para asegurar un rendimiento financiero sostenible.
Además, se destaca la importancia de la modernización en la línea de producción para aumentar la eficiencia y competitividad. La tercera medida crucial es el desarrollo de estrategias comerciales efectivas que revitalicen la presencia de los productos de la Fábrica de Licores del Tolima en el mercado.
La gobernadora insta a la comunidad tolimense a respaldar la producción local y consumir productos como el reconocido “Tapa Roja”. A pesar de los desafíos significativos, se mantiene la esperanza de superar la crisis con medidas precisas y el compromiso de la comunidad. La Fábrica de Licores del Tolima busca recuperarse y mantener viva su contribución a la identidad y tradición de la región.