Por: Marco Prieto – Excandidato a la Gobernación Pacto Histórico
Por la coherencia y el respeto al orden constitucional debemos recalcar que en el Estado Social de Derecho, el ejercicio de la representación política debe estar basado en el conocimiento y el respeto por la institucionalidad. Es preocupante escuchar declaraciones de la congresista Isaza que, lejos de aportar claridad, generan confusión sobre el funcionamiento del Estado y los principios democráticos que rigen nuestra nación. El presidente Gustavo Petro no es el presidente de un sector o de una persona en particular.
Es el jefe de Estado de todos los colombianos, y su mandato está respaldado por la Constitución. Del mismo modo, quienes ejercen un cargo de elección popular, como la representante Isaza, deben asumir con responsabilidad su rol, pues no representan solo a quienes votaron por ellas o ellos, sino a toda la ciudadanía. Preocupa, además, la forma en que se intenta presentar al general retirado Eduardo Zapateiro como si aún hiciera parte de la institucionalidad, cuando su estatus actual es el de un oficial en retiro sin fuero de mando. También genera inquietud el intento de equiparar a la Fuerza Pública con grupos al margen de la ley.
La diferencia es clara: el Ejército, como institución del Estado, debe actuar bajo el marco de la legalidad y el respeto a los derechos humanos, lo cual, en muchos momentos de nuestra historia, ha sido una deuda pendiente con las víctimas de violaciones de derechos humanos en el país y, en particular, en el Tolima. Los hechos han demostrado que sectores de la Fuerza Pública han estado implicados en violaciones graves, documentadas y judicializadas. Desconocerlo no solo es un error histórico, sino también una falta de respeto con quienes han sufrido directamente estos abusos. Es fundamental que quienes legislan lo hagan con plena conciencia de la historia reciente y con un compromiso absoluto con la verdad.
Por otro lado, persisten serias preocupaciones sobre la gestión del general Zapateiro en relación con la expansión del crimen organizado en el suroccidente del país. Las estadísticas reflejan un crecimiento alarmante de estructuras criminales en territorios donde, bajo su mando, la acción del Ejército fue insuficiente o inexistente en momentos estratégicos.
Estos son hechos que deben ser analizados con rigor, sin narrativas acomodadas ni discursos ambiguos. En este contexto, es válido preguntarse:
¿sabe la representante Isaza, el comandante de la Policía del Tolima y, en general, quienes han elogiado a Zapateiro, incluyendo a la gobernadora Matiz (a quien respeto), el detrimento y la vejación que implica afirmar que todos los tolimenses deben compararse con un soldado israelí? ¿Acaso el general Zapateiro, y con él quienes defienden su retórica, ignoran que el Tolima ha sido clave no solo como epicentro del conflicto, sino como una región que ha aportado significativamente al pie de fuerza del Ejército?
Si el tema se analizara con seriedad, se podría evidenciar que el número de soldados profesionales, suboficiales y oficiales provenientes del Tolima es mayoritario en proporción a la población departamental. Esto responde a una tradición histórica en la que los tolimenses han sido referentes de combatividad, con una herencia pijao que ha marcado su identidad.
Sin embargo, declaraciones como las de Zapateiro desconocen esa realidad y distorsionan la historia, lo que resulta preocupante cuando son respaldadas por quienes dicen ser el orgullo del Tolima. Por ello, le preguntamos nuevamente a la representante Isaza: más allá de este tipo de intervenciones, ¿qué ha hecho usted por el Tolima? El debate político no puede reducirse a discursos oportunistas en tiempos electorales. Se requiere compromiso real con el territorio y con el fortalecimiento de la democracia, basado en principios de coherencia, responsabilidad y respeto por la verdad.
De nuestra parte, SIEMPRE abiertos al diálogo y a la resolución de diferencias mediante la pedagogía política.