Julián Arenas, secretario general de la Unión Patriótica (UP) en Chaparral, líder social, apicultor y ex candidato al Concejo, fue asesinado el 17 de noviembre en el corregimiento de La Marina. Su trágica muerte, que también enluta a la Alcaldía de Chaparral donde era contratista, ha generado un categórico rechazo de su partido, el Pacto Histórico y la comunidad, quienes exigen una investigación rigurosa para evitar la impunidad.
El departamento del Tolima se encuentra conmocionado tras el vil asesinato de Julián Arenas, una figura prominente en la política local y un reconocido líder social en el municipio de Chaparral. La noche del lunes 17 de noviembre, la vida de Arenas fue arrebatada en el corregimiento de La Marina, dejando un vacío irreparable en las comunidades que representaba y en su familia. Su labor como contratista de la Alcaldía de Chaparral también se ve truncada por este violento suceso, que subraya la persistente amenaza contra el liderazgo social en la región.
Julián Arenas se desempeñaba como Secretario General de la Unión Patriótica (UP) en Chaparral y era un militante firme de las causas populares, la paz y la democracia, como lo confirmó el Comité Ejecutivo Departamental de la UP del Tolima en un comunicado. Su compromiso iba más allá de lo político, siendo recordado como un defensor de los derechos humanos y un constructor de esperanza, especialmente en un territorio históricamente marcado por la violencia. Su partida prematura ha reavivado el dolor por la persecución a quienes alzan su voz por la justicia.

El dolor por su pérdida fue expresado públicamente por Cristhian Acosta, quien lo describió en su cuenta de X (anteriormente Twitter) como un “Líder firme, ex candidato al Concejo, compañero de lucha y también apicultor.” Esta última mención resalta su conexión con el territorio y el cuidado de lo pequeño, a lo que Acosta comparó con la forma en que la vida se organiza por colmena, un símil que honra la esencia de su trabajo.
El comunicado de la UP Tolima y el Pacto Histórico es categórico al rechazar el asesinato, calificándolo como un ataque a la democracia y la paz. En el documento, se subraya que Julián fue un “líder ejemplar y cercano a las comunidades,” y su memoria es vista como una convocatoria a “no rendirnos” en la lucha por sus ideales. La dirigencia del partido ha expresado que su vida y su entrega los reafirman en la defensa de un país donde la expresión política no cueste la vida.
Una de las imágenes compartidas en redes sociales, presumiblemente por Cristhian Acosta, incluye una cita conmovedora atribuida a Arenas o un sentimiento que encarna su espíritu: “Mi voz, la que está gritando. Mi sueño, el que sigue entero. Y sepan que solo muero si ustedes van aflojando…” Esta frase se ha convertido en un símbolo de su legado y un llamado a la continuidad de su trabajo por parte de sus compañeros y seguidores.
La respuesta de las organizaciones políticas ha sido inmediata y contundente, exigiendo a las autoridades competentes una actuación eficaz. El Comité Ejecutivo de la UP Tolima ha exigido a la Fiscalía, a la Policía Nacional y a todos los organismos competentes que realicen una investigación “rigurosa y eficaz” que esclarezca este crimen y que lleve a los responsables ante la justicia. El clamor es unánime: “No permitiremos que este hecho quede en la impunidad.”

El asesinato de Arenas se suma a la larga lista de crímenes contra líderes sociales en Colombia, un fenómeno que sigue siendo una herida abierta para la sociedad. La comunidad de Chaparral, sus compañeros de la UP y del Pacto Histórico, su familia y amigos, se unen en un respetuoso y solidario acompañamiento en medio del luto. Su labor en defensa de los derechos ciudadanos y la construcción territorial será recordada como un testimonio de valentía y servicio inquebrantable a las causas populares.
La tragedia de Julián Arenas es un recordatorio sombrío de los riesgos que enfrentan quienes se dedican a la defensa de los derechos humanos y la política en zonas de conflicto. El país espera que las autoridades respondan con celeridad y contundencia, no solo para hacer justicia en este caso particular, sino para enviar un mensaje claro sobre la protección de la vida y el ejercicio político. La defensa de la democracia, tal como lo buscaba Arenas, requiere garantizar la seguridad de sus defensores.








