La UT inició clases con más de 4.600 nuevos alumnos y consolida un crecimiento del 70 % en menos de una década. La institución amplía su cobertura académica y territorial, aunque enfrenta retos en calidad y financiación.
La Universidad del Tolima dio inicio oficial al semestre académico con más de 27.000 estudiantes matriculados, lo que la consolida como una de las instituciones públicas de mayor crecimiento en el país. En esta ocasión, se sumaron más de 4.600 nuevos estudiantes: 995 en programas presenciales y 3.651 en modalidad a distancia. El lunes se reactivó la vida universitaria en el campus de Santa Helena con la llegada de 7.400 alumnos presenciales, mientras que el Instituto de Educación a Distancia (IDEAD) ya venía avanzando con sus actividades.
Este aumento sostenido de matrícula refleja la relevancia de la UT en el acceso a la educación superior en la región. En 2016 la institución contaba con 16.000 estudiantes, y en 2025 la cifra asciende a casi 27.000, lo que representa un crecimiento cercano al 70 %. Este fenómeno responde, en parte, a la posibilidad de acceder a una matrícula asequible frente a los altos costos de la educación privada, y al interés de las familias en contar con opciones de formación profesional sin que sus hijos deban migrar a otras ciudades.
El rector de la Universidad del Tolima, Omar Mejía Patiño, destacó que este semestre se suma como novedad la apertura del programa de Gastronomía, que enriquece la oferta académica y fortalece la pertinencia institucional en el campo de las industrias culturales y creativas. Con esta incorporación, la UT ya suma 31 programas de pregrado y posgrado creados en la última década, ampliando sus posibilidades de formación en diversas áreas del conocimiento.
Además del crecimiento académico, la UT ha expandido su cobertura territorial. Actualmente cuenta con 26 Centros de Atención Tutorial distribuidos en nueve departamentos del país, lo que fortalece el alcance del IDEAD. Este modelo permite que miles de estudiantes puedan acceder a la educación superior desde sus territorios, dinamizando la inclusión educativa en comunidades apartadas que antes carecían de oportunidades formativas cercanas.
Sin embargo, las cifras positivas no ocultan los retos que enfrenta la universidad. Uno de los más apremiantes es garantizar la calidad académica en medio de la masificación de su sistema educativo, que debe sostener estándares exigentes en formación docente, investigación y recursos tecnológicos. La demanda creciente plantea desafíos en infraestructura y servicios de bienestar estudiantil, fundamentales para garantizar una experiencia universitaria integral.
La sostenibilidad financiera es otro aspecto en debate. La UT depende mayoritariamente de recursos públicos, en un contexto nacional de restricciones presupuestales para la educación superior. La necesidad de inversión constante en laboratorios, bibliotecas, plataformas tecnológicas y proyectos de investigación tensiona la capacidad económica de la institución y exige mayor apoyo del Estado para asegurar su estabilidad.
La pertinencia social y productiva también hace parte de las preocupaciones institucionales. La universidad debe responder con programas y proyectos que estén alineados con las necesidades del Tolima y del país, tanto en el sector agrícola como en el industrial y de servicios. En este sentido, se plantean alianzas estratégicas con el sector productivo, que permitan fortalecer la formación práctica de los estudiantes y potenciar la investigación aplicada al desarrollo regional.
Finalmente, la apertura del semestre académico ratifica el papel de la Universidad del Tolima como motor de movilidad social en el centro del país. Miles de jóvenes inician su camino en la educación superior confiando en la calidad y pertinencia de la institución. El reto será sostener su crecimiento con responsabilidad, consolidando su papel en la construcción de conocimiento y en el fortalecimiento del tejido social y productivo de la región.