La serie Palmar, del artista venadilluno Diego Gómez, se expone desde el 4 de octubre en el Museo de Arte del Tolima. Esta colección, que abarca del 2015 al 2025, articula abstracción y paisaje desde un punto de vista fijo, evocando memorias espirituales y territoriales del sur tolimense.
El Museo de Arte del Tolima inauguró el pasado 4 de octubre Palmar, un proyecto pictórico de diez años (2015-2025) del artista Diego Gómez, nacido en Venadillo, que explora el paisaje de tierra caliente tolimense desde un enfoque espiritual y contemplativo. La entrada para la muestra es libre, lo que facilita el acceso de comunidades por lo general menos atendidas en las grandes galerías.
Palmar se construye alrededor de la reiteración de la imagen: se trabaja desde un punto de vista fijo para captar luz, sombra, roca, río, tierra y atmósferas que dialogan con la memoria emocional de un territorio. Gómez convierte lo repetitivo en un acto poético, donde cada pieza parece meditar los silencios y los ruidos, las dudas que provienen de lo cotidiano.
La serie remite a referentes como Monet con su Catedral de Rouen, que pintó la misma edificación bajo distintas luces, o la fotografía diaria de Paul Auster en Smoke, que registra lo mismo una esquina durante diferentes momentos del día. En Palmar, los parajes del sur del Tolima se vuelven lienzo para una meditación visual sostenida.
El texto curatorial destaca que lo que subyace no es solo paisaje físico, sino un territorio espiritual. Se habla de signos y símbolos del entorno, de una atmósfera que va más allá de lo visible; el aire, la sombra, la luz, los silencios interiores, tienen tanto peso como los objetos: piedras, aguas, rocas.
Gómez evita la literalidad. No busca paisajismo tradicional, sino abstracción sensible: del mapa ancestral, de la ecología, de las dinámicas socioculturales que moldean el sur del Tolima. El gesto plástico se vuelve instante meditativo: pintar para evocar, más que para describir.
El artista se forma en artes plásticas visuales en la Universidad del Tolima y ha tenido recorrido en narrativa gráfica, cine, ilustración. Palmar recoge su experiencia acumulada: los talleres, los gestos creativos compartidos, la historia de su pueblo, Venadillo, su clima, su tierra.
“Este ejercicio no se pretende propaganda, ni pastoral idealizada, sino un trabajo honesto con lo espiritual del paisaje”, ha dicho Gómez en entrevistas. Y así lo confirma la recepción del público: quienes visitan la exposición comentan la atmósfera contemplativa, el silencio que invita a mirar y sentir.
La exposición permanecerá abierta en el MAT, convocando a quienes deseen acercarse al arte que no solo mira, sino que recuerda, que invita a una memoria sentida del territorio. Cada obra de Palmar es un puente entre lo visible y lo espiritual, entre la tierra caliente del Tolima y la emoción íntima de quien observa.