El presidente Gustavo Petro cuestionó las advertencias del gobierno de Donald Trump y defendió la lucha antidrogas en Colombia, afirmando que el narcotráfico ha costado millones de vidas en América Latina y que “a Colombia no se le amenaza”.
Durante un evento oficial del Ejército, el presidente Gustavo Petro protagonizó un discurso que generó amplias reacciones por sus fuertes declaraciones relacionadas con la política antidrogas y las presiones internacionales. El mandatario rechazó la amenaza del expresidente estadounidense Donald Trump, quien sostuvo que Colombia podría ser objetivo de ataques terrestres contra organizaciones criminales con nexos con el narcotráfico. Petro sostuvo que su gobierno no aceptará este tipo de advertencias y que la historia demuestra el sacrificio que el país ha pagado en la lucha contra las drogas. Sus palabras resonaron entre los asistentes, quienes mostraron sorpresa ante la contundencia del mensaje.
El jefe de Estado afirmó que Colombia ha puesto la mayor cuota de sangre en la guerra contra el narcotráfico durante más de medio siglo. Señaló que tanto miembros de la fuerza pública como ciudadanos del común han sido víctimas directas de la violencia generada por las mafias. Sostuvo que no es aceptable que desde otros países se minimice este esfuerzo o se pretenda responsabilizar a la nación de una problemática global. Según Petro, las cifras de muertos en América Latina por estas guerras muestran que la región ha asumido costos humanos desproporcionados frente al consumo que se concentra en Estados Unidos y Europa.
En su intervención, Petro criticó la descertificación que su gobierno recibió por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos, tras considerar que Colombia no cumplió las metas de erradicación de cultivos ilícitos. Para el mandatario, esta decisión desconoce el enfoque integral de su estrategia, orientada a reducir la violencia rural y desmontar las economías ilegales sin repetir los errores del pasado. Petro insistió en que la política prohibicionista ha empoderado a las mafias, fortaleciendo estructuras criminales que se lucran del tráfico de drogas y de la represión estatal. A su juicio, persistir en este modelo solo agrava la crisis humanitaria.
El presidente también recordó cómo en décadas anteriores, mediante decisiones institucionales, se entregaron armas a estructuras criminales bajo el amparo de supuestas organizaciones de seguridad comunitaria. Se refirió específicamente a la entrega de 20.000 armas durante la existencia de las Convivir, lo que calificó como un acto que terminó beneficiando a narcotraficantes de alto nivel. Indicó que este tipo de prácticas históricas demuestra que la codicia, cuando se mezcla con el poder y el narcotráfico, erosiona las bases del Estado y pone en riesgo la vida de miles de ciudadanos. Petro reafirmó que su lucha se centra en evitar la repetición de estos errores.
En otro momento de su discurso, Petro sostuvo que “el narcotráfico puede comprar el corazón codicioso”, reiterando que la codicia es un enemigo directo de la vida. Dijo que esta ha sido la raíz de múltiples decisiones políticas equivocadas que fortalecieron a las mafias a lo largo de los años. Insistió en que la transformación de la política antidrogas requiere un compromiso ético y un enfoque que priorice la vida sobre los intereses económicos de grupos criminales o sectores corruptos. Estas palabras reforzaron su llamado a repensar la lucha contra las drogas desde una perspectiva humana.
Una de las frases que más llamó la atención en el evento fue cuando el presidente afirmó que durante décadas la sangre de soldados, policías y civiles ha sido derramada “para que los berracos gringos no se metan tanta cocaína en la cabeza”. Esta afirmación generó sorpresa entre los asistentes y rápidamente se viralizó en redes sociales. Petro sostuvo que, mientras América Latina paga los costos de la guerra contra las drogas, los principales centros de consumo continúan demandando toneladas del estupefaciente. Para él, este desequilibrio es injusto y debe abrir una discusión internacional seria.
El mandatario también insistió en que Colombia no puede aceptar insultos ni amenazas, y recalcó que ningún país tiene autoridad moral para desestimar el sacrificio que la nación ha hecho por décadas. Afirmó que en Estados Unidos no se ha vivido la misma magnitud de violencia que ha sufrido Colombia por las mafias que surgieron a raíz de la prohibición. Consideró que la relación bilateral debe basarse en el respeto y en el reconocimiento de responsabilidades compartidas, especialmente en torno al consumo. Este llamado se enmarca en su propuesta de replantear las políticas globales sobre drogas.
Finalmente, Petro concluyó que la lucha contra el narcotráfico no puede seguir siendo una guerra desigual en la que solo un lado pone los muertos. Defendió que su gobierno está comprometido con una política que ataque las raíces económicas y sociales del crimen organizado, sin recurrir a estrategias que históricamente han fracasado. Señaló que el país debe avanzar hacia modelos que protejan la vida, reduzcan la violencia y enfrenten la corrupción que permea instituciones. Con su discurso, dejó claro que continuará cuestionando la política internacional sobre drogas y que no permitirá amenazas externas que desconozcan la realidad colombiana.
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