La administración municipal, encabezada por Johana Ximena Aranda, emitió una circular en la que unifica la conmemoración del Día de la Mujer con la celebración del Día del Hombre bajo el concepto de “Día de Género”.
Ibagué amanece entre la rabia y el dolor. Mientras la ciudad aún llora la muerte de Sharit Alexandra, una joven universitaria cuyo cuerpo fue hallado entre la hierba, la Secretaría de Educación emitió una circular que equipara el Día Internacional de la Mujer con el Día del Hombre. La medida, que busca instaurar un “Día de Género”, ha desatado un profundo rechazo en sectores feministas, académicos y de derechos humanos, que la ven como una negación de la violencia de género y una distorsión de la lucha histórica de las mujeres.
La circular plantea que la conmemoración del 8 de marzo debe enmarcarse en la “equidad”, fusionándola con la celebración del Día del Hombre el 19 de marzo, fecha de San José. La justificación oficial menciona la importancia de visibilizar a ambos géneros, pero omite la realidad de las mujeres que viven con miedo, expuestas a desapariciones, feminicidios y violencia estructural.
La indignación no es solo por la circular. Es porque mientras se intentan diluir las reivindicaciones feministas en discursos vacíos de igualdad, en las calles de Ibagué siguen apareciendo cuerpos de mujeres. Sharit Alexandra es la más reciente, pero no la única. Danna Sofía, Stephanie Katherine, Diana Carrero, Nury Alexandra y muchas más han sido víctimas de un sistema que normaliza la violencia y ampara a los agresores.
El mensaje de la administración municipal es preocupante. En lugar de reconocer la urgencia de fortalecer políticas de prevención y protección, el discurso institucional parece priorizar una narrativa de equidad artificial, que eequipara al parecer, opresores y oprimidas, ignorando las cifras alarmantes de feminicidios y agresiones. Organizaciones feministas denuncian que esta postura legitima la impunidad y silencia la exigencia de justicia.
Las calles de Ibagué son testigos de un miedo cotidiano. Para muchas mujeres, caminar solas es un riesgo, tomar transporte público es un acto de valentía y denunciar a un agresor es, muchas veces, condenarse a la revictimización. En este contexto, la circular de la Secretaría de Educación es más que un desacierto burocrático: es una muestra de la desconexión del Estado con la realidad de las mujeres.
- Puede leer: Brayan Campo enfrentaría 60 años de prisión en La Tramacúa por el asesinato de Sofía Delgado
Ante el escándalo, colectivos de mujeres han convocado movilizaciones y acciones de pedagogía para rescatar el verdadero sentido del 8 de marzo. No es una celebración, no es un día de “bienestar y equidad”. Es una jornada de lucha, de memoria por las que nos faltan y de resistencia por las que hoy viven con miedo de ser las próximas.
La indignación no puede pasar. No hasta que en cada escuela, en cada oficina y en cada calle de Ibagué exista la conciencia suficiente para entender que la violencia contra las mujeres no se combate con discursos vacíos ni con fechas fusionadas, sino con justicia, protección y cambios estructurales. Porque por cada Sharit Alexandra, por cada mujer asesinada, hay una sociedad que ha fallado. Y eso no puede seguir siendo normal.