Iván Velásquez presentó su renuncia irrevocable en un momento crítico para el país, con el orden público en crisis y la inestabilidad institucional en aumento.
Iván Velásquez, ministro de Defensa de Colombia, presentó su renuncia irrevocable en medio de un complejo panorama de seguridad. Su salida, junto con la reciente renuncia del director de la Policía, el general William Salamanca, ha generado gran preocupación en distintos sectores del país.
Desde su nombramiento, Velásquez se destacó por su perfil atípico en el Ministerio de Defensa. Con una trayectoria como magistrado y su papel en el destape de la parapolítica, su llegada al gabinete de Gustavo Petro tuvo como principal misión la lucha contra la corrupción dentro de las Fuerzas Militares. Sin embargo, su falta de experiencia en seguridad y defensa le generó múltiples desafíos.
Uno de sus primeros movimientos fue una purga significativa en la cúpula militar, lo que le permitió rodearse de oficiales de su confianza. No obstante, los resultados esperados en materia de seguridad no se materializaron, como él mismo admitió durante un consejo de ministros.
Fuentes cercanas al ministerio aseguran que Velásquez tenía una comunicación limitada con el presidente y con sus propios funcionarios, lo que habría debilitado la toma de decisiones estratégicas. A pesar de ello, contaba con cierto respaldo dentro de las Fuerzas Militares por su postura crítica frente a los ceses al fuego de la política de “paz total”, los cuales restringían operaciones ofensivas contra los grupos armados.
La renuncia de Velásquez se produce en un contexto de creciente inestabilidad. Regiones como el Catatumbo están siendo golpeadas por una ofensiva brutal del ELN, la retoma del Cauca avanza con dificultades y en Chocó, el Bajo Cauca y el sur de Bolívar se han emitido alertas sobre el deterioro del orden público.
Analistas como Andrés Preciado, de la Fundación Ideas para la Paz, advierten que esta salida rompe la estabilidad institucional en un momento crítico para la seguridad del país. Sin un ministro al mando, el liderazgo civil sobre los casi 500.000 integrantes de la fuerza pública queda en vilo.
El hermetismo dentro del Ministerio de Defensa impide conocer a fondo las razones de su salida. No obstante, se espera que el gobierno tome medidas urgentes para garantizar la continuidad de las operaciones de seguridad y evitar un mayor deterioro de la situación.
La incertidumbre sobre quién asumirá el cargo de ministro de Defensa en este escenario de crisis preocupa tanto a expertos como a la ciudadanía. La estabilidad del país dependerá de la rapidez con la que el gobierno logre llenar este vacío de liderazgo.