Antonio Zabaraín, senador de Cambio Radical, anunció públicamente que dejará su curul si la consulta popular sobre la reforma laboral, impulsada por el Gobierno Petro, supera los 13,5 millones de votos. La decisión surge en medio de un tenso debate en el Congreso, con múltiples estrategias políticas en juego para definir el futuro de la reforma.
El senador Antonio Zabaraín sorprendió al país con una declaración contundente en medio del debate sobre la consulta popular laboral: “Si la consulta logra el umbral, renuncio a mi credencial”. La afirmación, que marca una postura política arriesgada, se suma al tenso panorama que se vive en el Congreso alrededor de una de las reformas más polémicas del actual Gobierno.
La consulta popular, impulsada por el presidente Gustavo Petro tras el hundimiento de su reforma laboral en la Comisión Séptima del Senado, requiere al menos 13,5 millones de votos afirmativos para superar el umbral de validez. Zabaraín manifestó que, si los colombianos respaldan la iniciativa, reconocerá su error al oponerse y dará un paso al costado en el legislativo.
Este miércoles 14 de mayo, el Senado se prepara para votar si la consulta avanza. En el ambiente parlamentario se barajan tres estrategias que podrían frenar la iniciativa del Gobierno: revivir el trámite de la reforma hundida mediante apelación, robustecer una propuesta alternativa liderada por el Partido Liberal, o simplemente negar la consulta en plenaria mediante mayoría simple.
La apelación, presentada por el senador Fabián Díaz, busca revivir el proyecto archivado y enviarlo a otra comisión del Senado. Aunque esta figura ya ha sido usada con éxito en el pasado —como en 2003 durante el gobierno de Álvaro Uribe—, en esta ocasión el presidente del Senado, Efraín Cepeda, pidió que se niegue, argumentando falta de sustento.
Sin embargo, los senadores Ariel Ávila y Pedro Flórez, cercanos al gobierno, dieron concepto favorable a la apelación, lo que abre un nuevo pulso en la plenaria. Si esta apelación es aceptada, el proyecto regresaría al debate, debilitando el argumento de la consulta popular como único camino para reformar el sistema laboral.
El segundo camino, liderado por los liberales, consiste en construir una nueva reforma más moderada pero que incluya propuestas del texto original, con el fin de captar respaldo mayoritario y restar justificación a la consulta. Esta estrategia busca evitar el desgaste político de una votación popular sin renunciar a una reforma sustancial.
La tercera vía, negarle la consulta al Gobierno, enfrenta un escenario complejo. Dado que la votación se define por mayoría simple, el oficialismo podría lograr el respaldo necesario si cuenta con la presencia y apoyo de senadores independientes y de oposición moderada. Esto aumentaría las posibilidades de que la consulta sea aprobada.
Zabaraín, al poner su cargo en juego, busca marcar distancia del Gobierno, pero también se expone a un voto ciudadano masivo que podría convertir su declaración en un acto político de alto costo personal. Su decisión refleja la creciente presión sobre los congresistas ante una ciudadanía que exige reformas profundas.
Mientras tanto, gremios, empresarios y sindicatos siguen con atención cada movimiento del Congreso. El resultado de la votación no solo definirá el futuro de la reforma laboral, sino también el curso político de quienes hoy protagonizan el debate. Zabaraín, con su anuncio, pone a prueba tanto su convicción como el pulso ciudadano.
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