Ubicados en Ibagué, los termales El Rancho ofrecen una experiencia ecoturística única en medio del bosque andino. Aguas azufradas, cascadas y senderos naturales hacen de este destino un lugar ideal para la aventura y el descanso.
En el corazón del Cañón del Combeima, a pocos minutos del casco urbano de Ibagué, se encuentran los termales El Rancho, un refugio natural que combina el turismo ecológico con la majestuosidad del paisaje andino. Su historia es un reflejo de la resiliencia de la naturaleza, ya que tras un derrumbe en 1998 que destruyó una finca de recreo, el sitio se transformó en un destino ecoturístico de gran atractivo.
Este santuario natural, situado a 2.600 metros sobre el nivel del mar, ofrece a sus visitantes la oportunidad de sumergirse en aguas termales ricas en minerales, rodeadas de exuberante vegetación y aire puro. Su ubicación privilegiada lo convierte en un lugar ideal para quienes buscan descanso, aventura y conexión con la naturaleza.
Para llegar a El Rancho, los turistas pueden tomar un vehículo hasta el puesto de control de El Palmar, ubicado cerca de la finca La Rivera. Desde allí, el acceso solo está permitido a pie o en bicicleta, con el fin de proteger la biodiversidad del área, declarada como zona natural protegida por Cortolima.
Al llegar al puesto de control, los visitantes reciben una charla de concientización por parte del personal de Cortolima sobre la importancia de la conservación del ecosistema. Este proceso educativo busca sensibilizar a los turistas sobre el impacto ambiental y fomentar prácticas responsables durante la visita.
El sendero ecológico que conduce a los termales atraviesa paisajes impresionantes y culmina en la Cascada del Río Combeima, una de las joyas naturales de la región. La caminata, de aproximadamente dos horas, ofrece una experiencia inmersiva en la flora y fauna del bosque andino, con avistamiento de aves y la posibilidad de admirar la imponencia de la montaña.
El atractivo principal del recorrido es, sin duda, el baño en las aguas termales azufradas, cuyas propiedades terapéuticas han sido valoradas por visitantes y locales. Estas aguas emergen naturalmente de la tierra y son reconocidas por sus beneficios para la piel, la circulación y la relajación muscular.
Más allá de sus termales, El Rancho es un destino que invita a la aventura. Muchos visitantes optan por llegar en bicicleta hasta El Silencio, mientras que otros prefieren iniciar la caminata desde Juntas, añadiendo un reto físico a su experiencia. Cada sendero ofrece una perspectiva única del Cañón del Combeima y su riqueza natural.
La consolidación de El Rancho como un punto clave del ecoturismo en Ibagué ha sido posible gracias a iniciativas de conservación y educación ambiental. Autoridades locales y entidades como Cortolima han trabajado en la preservación del ecosistema, promoviendo un turismo sostenible que respete el equilibrio natural del territorio.
Con su combinación de paisajes imponentes, aguas termales y rutas ecológicas, los termales El Rancho se han convertido en un destino imperdible para quienes buscan escapar de la rutina y disfrutar de la magia del Cañón del Combeima. Un verdadero paraíso natural que sigue cautivando a propios y visitantes.