El presidente Donald Trump anunció el bombardeo a tres instalaciones nucleares iraníes —Fordow, Natanz e Isfahán— como parte de una ofensiva militar que marca un giro en su política exterior. La acción, respaldada por Israel, ha generado fuertes críticas internas y temor por una escalada regional.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este sábado 22 de junio la realización de un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares clave de Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. La operación fue informada a través de la red social Truth Social, donde Trump aseguró que todos los aviones involucrados ya estaban fuera del espacio aéreo iraní.
Esta acción militar ocurre tras una semana de intensos bombardeos israelíes sobre objetivos estratégicos en territorio iraní. Según el mandatario, se utilizó una carga completa de bombas sobre Fordow, apoyada por bombarderos B‑2 y la bomba antibúnker GBU‑57, diseñada para destruir instalaciones subterráneas altamente protegidas.
El ataque representa la primera intervención militar directa del expresidente desde su regreso al poder. En su publicación, Trump calificó la misión como “muy exitosa” y anunció que daría un mensaje a la nación a las 10:00 p.m., hora local de Washington, generando expectativa internacional por los alcances políticos y militares de su pronunciamiento.
De acuerdo con medios como AP, Financial Times y NY Post, los blancos fueron elegidos por su relevancia estratégica dentro del programa nuclear iraní. En especial, Fordow, revelado por inteligencia occidental en 2009, ha sido considerado uno de los centros más blindados del país persa.
La reacción en Washington fue inmediata. Varios legisladores, tanto demócratas como republicanos, criticaron a Trump por actuar sin autorización del Congreso, y señalaron posibles violaciones constitucionales. No obstante, otros congresistas elogiaron la decisión como un freno necesario frente a una posible amenaza nuclear.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, respaldó formalmente el ataque, calificándolo como “histórico” y “necesario para la estabilidad regional”. Sin embargo, Irán advirtió que tomará represalias “en el momento y forma que considere adecuada”, aumentando el temor por una nueva escalada en Medio Oriente.
Autoridades iraníes confirmaron que las instalaciones afectadas fueron evacuadas previamente y que los daños son considerables pero no irreversibles. El país mantiene sus sistemas de defensa en alerta máxima mientras analiza su respuesta diplomática y militar.
Trump justificó el ataque como una “oportunidad para la paz” y afirmó que la acción busca presionar a Irán para retomar negociaciones sobre su programa nuclear. Analistas advierten que el uso de bombas antibúnker puede agravar el conflicto, prolongar las hostilidades y desencadenar nuevas respuestas armadas.
Este ataque se inscribe en la política de “máxima presión” retomada por Trump desde febrero de 2025, que combina sanciones económicas, amenazas militares y aislamiento diplomático. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela el desarrollo de los hechos.
En las próximas horas se espera que Trump entregue su discurso oficial y detalle los objetivos de esta ofensiva. El mundo, mientras tanto, se enfrenta al riesgo de un nuevo episodio de inestabilidad global que podría redefinir el mapa de alianzas y conflictos en Oriente Medio.